Descubrir a un infiel no es algo agradable, pero a veces es necesario para poner punto final a una relación que no nos conviene. Muchas son las personas que no solo han tenido que pasar por el mal trago del adulterio de su pareja, sino que además han sido las últimas en enterarse de lo que estaba ocurriendo.
Aunque pueda parecer extraño, la profesora de psicología Gwendolyn Seydman indica en Psychology Today que cinco minutos pueden ser más que suficientes para ver si existe algo real tras la sospecha de infidelidad. Y para ello se apoya en la idea de que es mucho más sencillo realizar juicios correctos de lo que a primera vista nos puede parecer.
A simple vista
Esta opinión parte de una investigación en la que 51 jóvenes, que estaban en una relación, tenían que hablar de su propia infidelidad con los investigadores. Para ello, los coordinadores del experimento comenzaron preguntándoles por aquella persona por la que se sentían más atraído fuera de su relación de pareja. Posteriormente plantearon diferentes cuestiones de mayor trascendencia hasta llegar a dos momentos clave: en el primero se les pidió que calificaran su nivel de infidelidad emocional. Es decir, que cuantificaran hasta qué punto estaban unidos emocionalmente a esa persona. En el segundo tuvieron que hablar de su infidelidad sexual y del nivel físico que alcanzaron.
Por otro lado, un miembro de la pareja fue vendado, entre tres y cinco minutos, y, durante este tiempo el otro tuvo que guiarle y darle diferentes instrucciones para poder trazar un dibujo. Esta prueba fue grabada y los observadores tuvieron que decir si creían que existía adulterio en estas parejas a partir de este visionado. Puede parecer chocante, puesto que a primera vista no parece que exista ninguna correlación entre estas grabaciones y la infidelidad. Sin embargo, se encontró una relación significativa, aunque moderada, entre la realidad y las respuestas de los observadores a las siguientes preguntas: ¿qué probabilidad hay de que se haya tenido interés en una alternativa fuera de la pareja?, ¿qué probabilidad hay en que se haya coqueteado con otra persona? y ¿qué posibilidad hay de que se hayan mantenido relaciones sexuales con una tercera persona?
Si hay sospecha, puede haber algo…
Este estudio posiblemente nos parezca un tanto extraño, puesto que parte de la idea de que para detectar una infidelidad solamente es necesaria la observación. Ante este planteamiento, los coordinadores de la investigación decidieron dar un paso adelante y, con nuevas parejas, realizaron ese mismo experimento, pero con diferentes preguntas, ya que el nuevo objetivo era saber si los problemas de infidelidad están relacionados con la falta de confianza entre los miembros, lo que se vería traducido en un mayor o menor compromiso y confianza durante el transcurso de esta sorprendente experimentación.
En este caso volvieron a encontrarse con una misma conclusión: existía correlación entre la realidad y la opinión que suscitaba los observadores y la realidad. Por tanto, ¿puede verse una infidelidad a partir de la mera observación? Sin profundizar demasiado, y a tenor de los resultados, puede parecer que sí, pero los investigadores son prudentes y andan con pies de plomo, ya que encuentran varias limitaciones. La primera de ellas es que todos los participantes son universitarios y es posible que el comportamiento sea diferente en parejas o matrimonios de larga duración. La segunda es ver hasta qué punto influye el nivel de confianza, puesto que cuando se está en un relación el sesgo personal puede hacer que nuestro juicio sea más subjetivo y nublar el juicio.
La naturaleza del estudio y sus limitaciones provocan que los resultados obtenidos solamente sean el comienzo de una investigación de mayor profundidad, pero sí que muestran que cuando tenemos la corazonada de que alguien está engañando a un amigo o ser querido, probablemente estemos en lo cierto. Aunque quizá no sea así cuando este problema resida en nuestras propias relaciones.
H/T – Elconfidencial.com