A través de la historia, siempre han ido surgiendo diferentes personas que, por su exepcionalismo y su respectivo toque, han modificado o han hecho aportes a la cultura en general. Partiendo de la misma matriz pero tomando diferentes caminos, los escritores y poetas del pasado se han encargado de pintar el lienzo literario de miles de colores diferentes; ya sea con temas que abarcan desde amores sempiternos a otros imposibles, visiones de la realidad o de viajes oníricos, lo cierto es que la gran mayoría que no sabe sobre el tema piensa que la poesía lo pinta todo color rosa, cosa que es falsa, y el protagonista de nuestro artículo es el claro ejemplo de esto: Charles Baudelaire.
Nacido de la cuna de las calles parisinas en el año 1821, fue un hombre conocido por ser un bohemio el cual frecuentaba los bares y solía llevar una vida distinta a la de cualquier poeta, también era crítico y malhumorado, la etiqueta de «Poeta maldito» le fue dada por Paul Verlaine en uno de sus ensayos, ya que Baudelaire se caracterizaba por lo ácido de sus palabras, las cuales iban desde los más lacerantes versos hasta los más erráticos viajes, no por nada se ha convertido en un ícono para aquellos estudiados en el tema, aún hoy en día jóvenes de todo el mundo toman el ejemplo de Charles para expresar sus desventuras por escrito.
«Las Flores del Mal» es considerada como su obra más importante, pues abarca prácticamente todos sus escritos desde 1840 hasta la fecha de su primera publicación.
EL VINO DEL SOLITARIO
La mirada distinta de una dama galante
que nos llega flotando como el blanco fulgor
que la luna ondulante manda al trémulo lago
si en el quiere bañar su indolente belleza,
Las postreras monedas que posee el jugador,
la lujuria de un beso de la blanca Adeline,
el sonar de una música que acaricia y que aquieta
como el grito lejano del dolor de los hombres,
nada de eso es mejor, oh profunda botella,
que los balsamos fuertes de tu panza fecunda
guarda al pecho sediento del poeta piadoso.
Tú le escancias la vida, juventud y esperanza…
y el orgullo, tesoro para toda pobreza
que nos hace triunfantes, parecidos a los dioses.
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