OceanOne es un robot desarrollado por la Universidad de Stanford que viene a cambiar el mundo de la exploración acuática.
Después de 352 años en que La Lune, el buque insignia de la armada del rey francés Luis XIV, se hundiera, llega OceanOne, un humanoide robótico creado en la Universidad de Stanford, el cual ya ha buceado entre los tesoros y objetos del navío.
El androide es piloteado desde un barco en la superficie por Oussamma Khatib, profesor de computación. En la expedición el robot cogió un jarrón, sintió sus contornos, sopesó su tamaño e introdujo un dedo por su boca para agarrarlo mejor. Buceó hacia una cesta, lo depositó allí y cerró la tapa del contenedor antes de volver a la superficie, donde Khatib y una docena de arqueólogos e ingenieros esperaban ansiosos.
Esta expedición en el lugar del hundimiento de La Lune ha sido la primera misión de este robot buceador con visión humana, un cerebro electrónico que aprovecha los últimos avances en Inteligencia Artificial y un sistema háptico de control, donde los sensores integrados en sus manos envían información a los joysticks con lo que se controla el robot, de manera que su piloto siente lo mismo que la máquina.
El hecho es que el cerebro del robot procesa esa información y se las apaña para administrar su fuerza. Además, es capaz de asir con firmeza un objeto delicado sin espachurrarlo; esta habilidad convierte al OceanOne en un aliado perfecto para recuperar piezas de naufragios, manipular seres vivos o depositar sensores en lugares que son difíciles de llegar de los fondos marinos.
“OceanOne será como un avatar. La intención es usarlo para bucear de forma virtual y sin riesgos. Puedes sentir con precisión lo que está haciendo el robot y sentirte casi como si estuvieras allí; sus sensores táctiles crean una nueva dimensión de la percepción», explicó Khatib.
El robot cuenta con cámaras de visión estereoscópica en la cabeza, dos brazos articulados y en parte trasera lleva baterías, ordenadores y ocho propulsores multidireccionales.
En sí, el OceanOne ha nacido con el fin de sustituir al ser humano en tareas submarinas peligrosas o que desafíen nuestra capacidad física. Como dice Khatib, «creamos una conexión intuitiva entre humano y robot. La persona aporta intuición, experiencia y habilidades cognitivas; y el androide llega donde la persona no puede, la lleva a lugares demasiado peligrosos para ella. Es una sinergia asombrosa».
H/T – muyinteresante