La verdad es que las experiencias que te marcaron en la niñez, esos traumas emocionales, se mantienen ocultos en tu subconsciente, y eso es lo que define tu personalidad y se manifiesta en tu cuerpo.
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¿Te has preguntado por qué cuando eras niño tu personalidad era totalmente diferente? Pues, es que la psicología y el cuerpo de una persona se desarrolla con el paso de los años, sufren cambios constantes y da forma a la persona actual.
Sin embargo, a pesar de que hay cambios constantes, siempre hay costumbres y hábitos a los que nos apegamos inconscientemente, los mismos que marcan el destino de la mayoría de nuestras relaciones interpersonales.
Si en tu memoria está un niño feliz y lleno de ilusión y esa imagen no coincide con la persona que eres hoy, es probable que se haya eclipsado a raíz de un momento traumático que te ha marcado de una forma que no has podido identificar aún.
Y es que muchos de estos traumas no se pueden identificar en la vida diaria, sino que se manifiestan a través de manías, hábitos, en el cuidado que tenemos con nuestro cuerpo y hasta en la forma en la que interpretamos el amor.
En sí, se trata de una prisión emocional, es como gritar muy fuerte y aun así no ser escuchado por nadie. Así que si te sentiste identificado con esto, presta atención a los siguientes traumas emocionales que marcan de por vida a una persona y que se reflejan en tu cuerpo.
1. Rechazo
Este trauma se manifiesta al mostrar poco apetito o interés por la alimentación, como reflejo de la desnutrición emocional que sufren, por tal, son personas muy delgadas. Cuando una persona desarrolla este trauma es generalmente en algún punto ante de los siete años, por lo que al llegar a la adultez es difícil recordarlo con exactitud. Asimismo, el trauma del rechazo es más severo si se recibe de la madre.
Según la doctora Diana C. Martínez, las mujeres que llevan el trauma del rechazo en el subconsciente, se sienten poco merecedoras de amor y aceptación, les cuesta trabajo creer en sí mismas y alcanzar sus metas.
2. Humillación
Si la madre es muy controladora, perfeccionista o sobreprotectora se crea el trauma de la humillación. Estas personas luchan contra la libertad natural de ser ellas mismas y sienten una necesidad muy grande de cumplir con las expectativas de los demás, especialmente, los de los padres y la pareja.
Inconscientemente, busca agradar a todas las personas o se exigen demasiado a sí mismas, sienten que no son lo suficientemente buenas y jamás están satisfechas con sus logros. El cuerpo de una persona con este trauma tiene la tendencia a la obesidad, ya que busca llenar sus huecos emocionales con comida.
3. Traición
Este trauma se vincula directamente con la figura paterna. Las personas que de pequeños crecieron sin la presencia física o emocional de su papá, desarrollan falta de confianza en los otros, especialmente, en los hombres. Incluso, es probable que no pueda mantener relaciones amorosas duraderas o saludables.
Aunque no sea una persona propiamente «mala», quien sufre del trauma de la traición desarrolla una personalidad de escudo en la que prefiere ser el atacante y no el atacado. Estas personas sufren mucho de problemas gástricos, como la colitis y la gastritis.
4. Abandono
Personas adoptadas o criadas por otros familiares, o que crecieron con padres demasiado ocupados y poco atentos a la vida familiar, desarrollan este trauma. Estas personas tienen poca autosuficiencia y mucha dependencia emocional, por lo que buscan sentirse queridas a toda costa y se sienten víctimas de la vida.
Sus rasgos físicos comunes es la acumulación de celulitis o flacidez y pueden superar el trauma, adaptándose como nuevas personas, mientras que desarrollan un hábito de disciplina y estructura.
H/T – Soy Carmín