Estados Unidos confia en su Política de Disuasión como estrategia para alcanzar un «impasse» que sirva para evitar un posible holocausto nuclear.
En Washington quieren mandar un claro mensaje al mundo: rechazar toda similitud entre los años de la Guerra Fría y la actual situación.
Las últimas pruebas de misiles balísticos intercontinentales realizados por el régimen de Corea del Norte o las denuncias por parte de Estados Unidos contra Irán, país al que acusa de violar de manera sistemática el Acuerdo Internacional Nuclear firmado en 2015, han generado que la posibilidad de una guerra atómica vuelva a tratarse en la Casa Blanca.
Con la llamada «Triada Nuclear», el Pentágono aspira a disuadir cualquier ataque de otra nación mediante la amenaza de que la agresión será respondida por un ataque atómico capaz de barrer del mapa a cualquier Gobierno enemigo.
«El papel fundamental de las armas nucleares para nosotros es disuadir a nuestros adversarios, tranquilizar a nuestros aliados y defender a los Estados Unidos», explicó a la agencia de noticias Efe el capitán Mark Graff, portavoz de las Fuerzas Aéreas.
El nombre hace referencia a los tres «elementos de disuasión» con los que cuentan las Fuerzas Armadas estadounidenses: los bombarderos estratégicos, los submarinos nucleares y los misiles balísticos intercontinentales.
Los misiles intercontinentales son el elemento visible de esta política, puesto que su ubicación es conocida, como lo es también su gran capacidad de destrucción. En estos momentos, el Pentágono reconoce tener 406 proyectiles en activo, «enterrados bajo tierra» en tres bases militares repartidas en la zona norte del país.
H/T – Informe21