La extraña criatura, un gusano bastante particular, vivió hace 508 millones de años y podría resolver el misterio de cómo los gusanos anillados desarrollaron sus cabezas.

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Hace 508 millones de años, escarbaba en el lecho marino de la Tierra un extraño gusano, el cual no tenía ojos, poseía dos tentáculos que brotaban de su cabeza y estaba cubierto de cerdas, tanto que se nos hubiese parecido a un cepillo para fregar.

Ahora, los restos fósiles exquisitamente conservados de esta extraña criatura, bautizada como Kootenayscolex barbarensis, han sido descubiertos en Canadá; y los autores del hallazgo han publicado su curiosa descripción en la revista Current Biology.

Al igual que otros gusanos que también poseen cerdas, el Kootenayscolex barbarensis las tiene en forma de una especie de cabello que sobresale de su cuerpo. «Sin embargo, a diferencia de cualquier otra forma de vida, estas cerdas también cubrían parcialmente la cabeza, más específicamente, alrededor de la boca», según un comunicado del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Toronto e investigador en el Museo Real de Ontario.

Cabe destacar que el gusano marino es uno de los primeros animales complejos sobre la faz de la Tierra, originados durante una era conocida como la Explosión Cámbrica: la primera aparición de los grupos de animales más modernos en el registro fósil.

Con este importante hallazgo y luego de analizar los fósiles, los investigadores están más cerca de resolver un misterio evolutivo sobre cómo los gusanos anillados, un grupo que incluye lombrices y sanguijuelas modernas, desarrollaron sus cabezas.

En el caso de esta nueva criatura parece que la cabeza del anélido evolucionó a partir de segmentos corporales posteriores que tenían pares de cerdas, una hipótesis respaldada por la biología del desarrollo de muchas especies modernas de anélidos.

El gusano erizado era pequeño, de tan solo 2.5 centímetros de largo. Pero este pequeño cuerpo poseía alrededor de 1400 cerdas: cada uno de los 25 segmentos de cuerpo llevaba 56 cerdas, y también tenía dos largos tentáculos en la cabeza. Además, unas antenas más pequeñas presentes entre sus tentáculos probablemente ayudarían al gusano a escarbar en el terreno.

Sin embargo, el descubrimiento del Kootenayscolex barbarensisno no es el primero que se realiza en Marble Canyon, un sitio arqueológico situado dentro del depósito Burgess Shale, pues entre 2012 y 2016, los científicos han descubierto más de 500 fósiles de lombrices, correspondientes también a la etapa de la Explosión Cámbrica.

H/T – MuyInteresante