Las hormigas explosivas del sudeste asiático le hacen honor a su nombre. Cuando se sienten amenazadas por insectos más fuertes o de mayor tamaño tienen un sorprendente mecanismo de defensa: se lanzan sobre ellos y hacen explotar su abdomen.
Tal vez no es como imaginas, pues en realidad no se trata de que la hormiga explote en una bola de fuego, mas bien lo que hace es contraer los músculos de su abdomen de manera tan violenta que destroza la pared abdominal y vierte el líquido contenido en unas glándulas que recorren todo su cuerpo.
Pero eso no es todo, dependiendo de la especie, ese líquido se derrama desde el propio abdomen o de forma violenta por la parte posterior de la cabeza.
La sustancia que sale de esas glándulas es extremadamente pegajosa, normalmente esto significa que el cadáver de la hormiga queda pegado al insecto atacante y entorpece sus movimientos. Además, es tóxico y corrosivo hasta cierto punto. El infortunado insecto (normalmente arañas u hormigas de otras especies) que sufre este asalto solo puede debatirse mientras el doloroso veneno de la hormiga se va filtrando en su organismo.
Este mecanismo de defensa tan extremo se conoce como autothysis o suicidio altruista (en beneficio de la comunidad) y no es exclusivo de estas hormigas. Algunas especies de termitas también lo practican como último recurso.
H/T – Gizmodo