Pues, no estamos viviendo en el primer y único universo, sí, hubo otro universo, en otros tiempos, antes de que el nuestro naciera, por lo menos así lo indica una de las hipótesis cosmológicas discutidas en la comunidad científica y un grupo de físicos dice haber encontrado huellas de ese extinto mundo.
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La cosmología moderna se basa en la hipótesis de que nuestro universo nació a partir de un fenómeno conocido como la Gran Explosión o el ‘big bang’. Según esta teoría, toda la materia que nos rodea, la energía, incluso las leyes de la física y el propio tiempo surgieron a partir de un pequeño punto que luego se expandió hasta tomar el tamaño actual del espacio. Mediciones modernas sitúan este momento aproximadamente en hace 13.800 millones de años, que sería por tanto la edad de nuestro universo.
No obstante, esta teoría crea otras preguntas que aún están por responder, como ¿por qué sucedió esto?, ¿qué pasó en los primeros instantes? y, quizá lo más relevante, ¿qué había antes del violento nacimiento de nuestro universo?
A día de hoy, existen dos hipótesis que centran la discusión entre la mayoría de los cosmólogos. La primera apunta a que nuestro universo nació ‘de cero’ de la singularidad, un estado en el que los componentes de la materia-energía estaban infinitamente comprimidos. Otra hipótesis, llamada Cosmología Cíclica Conforme (CCC), indica que nuestro universo ‘renace’ una y otra vez pasando por infinitos ciclos de expansión (Gran Explosión) y contracción (Gran Implosión), como un globo inflado una y otra vez.
Esta última teoría es defendida, en particular, por el prominente físico matemático de la Universidad de Oxford Roger Penrose junto con sus colegas que dice haber encontrado ‘huellas’ de ese pasado universo — agujeros negros.
Uno de los fenómenos más antiguos del universo que podemos detectar es la llamada Radiación Cósmica de Microondas (RCM). Este remanente de la Gran Explosión llena todo el espacio conocido y es la misma que crea la reconocible imagen de puntos negros y blancos en nuestros televisores cuando no está conectado a ninguna antena, o el peculiar ruido de la radio cuando no capta ninguna señal terrestre.
En un artículo, publicado recientemente en la revista científica arXiv, Roger Penrose, de la Universidad de Oxford, junto con el matemático de la Universidad Estatal de Nueva York, Daniel An, y el físico teórico de la Universidad de Varsovia Krzysztof Meissner, argumentaron que en la radiación RCM es posible detectar rastros del universo anterior.
«La Radiación Cósmica de Microondas del universo debe contener en sí las huellas de agujeros negros provenientes del universo que existió antes de la Gran Explosión. No hablamos de la singularidad ni de objetos reales, sino de la radiación de Hawking que ha expandido estos agujeros durante todo el tiempo de su existencia», explicó Roger Penrose a la revista científica Live Science.
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La radiación de Hawking tiene una naturaleza cuántica y, según la teoría que defienden los científicos, es lo único que podría sobrevivir a la muerte y renacimiento de un universo y, por tanto, debería haber dejado su huella en la Radiación Cósmica de Microondas. Penrose afirma que ya las había encontrado en los datos recogidos por la sonda WMAP, que estudia la CMB, pero entonces muchos científicos no aceptaron sus conclusiones afirmando que la huella hallada sería resultado de un ruido aleatorio en sus datos.
En el nuevo artículo publicado recientemente, el grupo de físicos dicen haber analizado los datos de otros dos observatorios, Planck Surveyor y BICEP2, que también estudian la Radiación Cósmica de Microondas. Según sus cálculos, los resultados de estos dos observatorios solo confirman la huella detectada por WMAP con anterioridad.
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Anteriormente, el profesor de Matemáticas y Astronomía de la Universidad Queen Mary de Londres, Bernard Carr, comentó a Sputnik que la radiación de Hawking no sería la única ‘herencia’ que nos queda de los universos anteriores. Según otra hipótesis estudiada en la actualidad por los cosmólogos, los agujeros negros que la emiten también podrían pasar de un universo a otro.
«Esos agujeros negros primordiales, de hecho, deberían ser los únicos objetos capaces de sobrevivir al final de un universo. Todo lo demás —nosotros, los planetas, las estrellas y las galaxias— se transformaría durante la Gran Implosión. Si tales cuerpos existen, desempeñarían un importante papel en la evolución del universo, sirviendo como una especie de ADN heredado para los agujeros negros supermasivos que se encuentran en los centros de las galaxias. Estos, a su vez, son los que dirigen la formación de las estrellas y controlan su vida actualmente», explicó el profesor en su comentario a Sputnik.
Roger Penrose y sus colegas planean seguir trabajando sobre el tema. El resultado de su labor sería probar que nuestro universo no surgió ‘de la nada’, sino que es el resultado de la implosión de un universo anterior. Cuando se le preguntó si los agujeros negros actuales podrían algún día dejar huellas en el próximo universo, Penrose respondió: «¡Sí, claro!».
H/T – Sputniknews