Científicos han descubierto, por casualidad, un nuevo Stonehenge, en un pequeño pueblo español; los expertos están estudiando unas estructuras que podrían datar del mismo período que el conocido complejo inglés.
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El pueblo toledano de Totanés, en el interior de España, vive últimamente pendiente de lo que podría ser un gran descubrimiento: la posibilidad de que su término municipal albergue unos restos de características similares a los de Stonehenge, el conocido monumento megalítico datado a finales del neolítico que es motivo de peregrinación en Inglaterra.
Este pequeño pueblo, que cuenta tan solo con 355 habitantes, ha llamado la atención de los investigadores, después de que su alcalde, Ildefonso Gutiérrez, aprovechara la visita de unos jóvenes arqueólogos para mostrarles unas curiosas piedras.
En entrevista con este medio, Sergio Isabel, arqueólogo de grupo Cota 667, explica que todo ha sido fruto de la casualidad y del empeño del regidor. La historia comenzó hace casi dos años cuando el grupo estaba realizando una exposición itinerante sobre verracos (esculturas zoomorfas de piedra bastante comunes en España) y recaló en Totanés, que cuenta con dos de ellos, con la intención de tomar unas imágenes.
A partir de ahí toma relevancia la presencia del alcalde, que «insistió e insistió y al final tuvimos que acompañarle», según el relato de Isabel. El motivo de tal insistencia eran unas rocas que desde el primer momento quedó claro para los expertos que su disposición era antrópica, es decir, «estaban puestas allí por la mano del hombre».
Tras el descubrimiento, el grupo Cota 667 comenzó los trabajos: la dueña de los terrenos no puso problemas, el alcalde mostró todo su interés y la Consejería de Castilla La Mancha (región donde se encuentra Totanés) otorgó los permisos oportunos.
De ese modo, lo que los expertos observaron fue un conjunto de piedras situadas de manera circular que podrían formar parte de un monumento megalítico, un crómlech en forma de óvalo, prácticamente circular. La estructura se debería de ese modo a la mano del hombre, como confirmó la alineación astronómica que observó el equipo de Ciencia a la Carta durante la caída del sol el día del equinoccio de otoño.
Los nuevos pasos a seguir, que requieren de nuevas licencias administrativas, les llevará a la realización de excavaciones arqueológicas para poder asegurar la datación del conjunto. Pero aunque no encontraran restos arqueológicos, la investigación no se detiene.
Precisamente, ya tienen prevista la utilización, entre otros medios no invasivos, de un magnetómetro, que funciona como una especie de escáner del suelo que permite ver su composición sin tener que excavar todo el terreno. Además, durante la excavación mandarán la tierra a un laboratorio para detectar la presencia de polen fósil y también flotarán la tierra para descubrir si contiene algún macrorresto que les pueda proporcionar más información.
¿Se podría tratar del Stonehenge español?
Sobre la comparación con el conocido monumento inglés de Stonehenge el arqueólogo es escéptico. Así, explica que la envergadura de los cromlech (estas construcciones circulares megalíticas) es muy distinta de unos casos a otros: «Si Stonehenge es la catedral, esta podría ser una ermita».
Y, aunque opina que el que nos ocupa «es claramente antiguo», ahora se trata de determinar con mayor exactitud cuánto.
Además, hace hincapié en algo con lo que sí tendría similitud con el conjunto inglés si lo consiguen: que el pueblo lo ponga en valor. «Nos interesa contarlo a la gente del pueblo, tienen que saber el valor que tiene, que entiendan que es su patrimonio».
Un equinoccio de otoño de tres platos
De ese manera, precisamente para fomentar la divulgación de este patrimonio, en el recién celebrado equinoccio de otoño se realizó en Totanés una actividad especial. Ciencia a la Carta, una iniciativa que apuesta por el fomento de la cultura científica a la que pertenece Cota 667, sirvió un ‘menú’ especial.
Evento de ‘Ciencia a la Carta’ en el equinoccio de otoño en Totanés. / Cota 667
De primero, ofrecieron a medio millar de ‘comensales’ una charla del arqueólogo y prehistoriador Juan Pereira sobre el origen y significado de los cromlech. Como segundo ‘plato’, sirvieron una disertación del ingeniero forestal y doctor en Medio Ambiente Enrique García Gómez sobre el emplazamiento del conjunto a nivel arqueológico. Por último, el postre vino de la mano del ingeniero en Telecomunicaciones, divulgador científico y especialista en astronomía, Antonio Pérez Verde, que confirmó que el monumento tiene una alineación astronómica.
Este último punto es compartido por Sergio Isabel, que cuenta cómo la sombra entre dos piedras marca exactamente el equinoccio de otoño, lo que corrobora su utilidad como una especie de calendario que indicaba a sus constructores, entre otras cosas, los cambios de estaciones, una información especialmente importante para una sociedad agricultora que podía tener indicaciones sobre cuándo realizar sus tareas agrarias.
En cualquier caso, Isabel resalta que sobre la utilidad de estas construcciones hay todavía mucha interpretación y es difícil de aseverar de manera contundente cuáles fueron sus usos, aunque parece claro que la astronomía jugaba un papel muy destacado.
H/T – RT