Esta reproducción cerebral con actividad neuronal coordinada puede ser útil para probar medicamentos y nunca se volverá autoconsciente, aseguran los autores del experimento.
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Un grupo de investigadores japoneses ha logrado desarrollar un ‘minicerebro’ que no solo reproduce la compleja estructura tridimensional de la corteza cerebral, sino también presenta una actividad neuronal coordinada. Este adelanto ofrece una oportunidad para estudiar mejor distintas condiciones neurológicas sin necesidad de diseccionar cerebros reales, sugiere un artículo publicado en la revista Physics World a finales de junio.
Durante años, la bioingeniería ha estado enfocada en el cultivo en laboratorio de organoides, es decir, versiones simplificadas de órganos humanos que resultan de gran utilidad para probar nuevos fármacos o tratamientos. En el caso de las neuronas, hasta ahora solo se habían llegado a producir tejidos artificiales, y la creación nipona supone un gran paso adelante, puesto que se ha conseguido alcanzar la categoría de organoide.
El ‘minicerebro’ fue obtenido a partir de células madre tomadas de un adulto. Los científicos saben convertir estas en distintos tejidos, y en este caso lograron transformarlas en neuronas similares a las de un humano.
Después de cultivar un grupo de células cerebrales, el equipo las dividió y las colocó por separado en una placa de Petri, donde formaron automáticamente redes neuronales entre sí. Es decir, las células se organizaron en una estructura parecida a la de la corteza cerebral.
«Una de las propiedades más interesantes de estos organoides es que resumen verdaderamente en su forma el proceso de desarrollo del cerebro», comentó la genetista Hideya Sakaguchi, de la Universidad de Kyoto. «Su estructura en capas es muy hermosa y se parece al tejido cerebral real».
El organoide, reconstruido desde cero, tiene las mismas arquitectura y fisiología que el cerebro humano real, sostiene el equipo investigador en un artículo científico publicado en Stem Cell Reports el jueves pasado. En las imágenes que recoge se aprecian sus características circunvoluciones, aunque en un número menor del que normalmente existe en un cerebro humano.
Los autores aseguran que las neuronas artificiales se comportan como las auténticas, pero nunca podrán volverse autoconscientes o convertirse en un organismo íntegro.
El ‘minicerebro’ servirá como herramienta de investigación, permitiendo a los científicos comprender lo que sucede bajo la corteza cerebral. En particular, podría ayudarles a detectar las dosis mínimas de medicamentos que consiguen causar alguna alteración en la actividad neuronal normal.
H/T – RT