Un reciente estudio ha descubierto que estos organismos conformados de un hongo y una alga «aprovecharon la oportunidad» para diversificarse rápidamente luego de la extinción de los dinosaurios.

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El asteroide que se estrelló contra la Tierra y que desencadenó la extinción de los dinosaurios y de otras especies hace 66 millones de años provocó que las nubes de ceniza bloquearan el Sol y enfriaran la temperatura del planeta, devastando asimismo la vida vegetal. Sin embargo, una nueva investigación sugiere que algunos tipos de líquenes aprovecharon el momento del declive y evolucionaron a nuevas formas para asumir el rol de las plantas en el ecosistema.

Científicos estudiaron los efectos de la extinción masiva y si estos afectaron a los líquenes (organismos formados por la simbiosis entre un hongo y un alga que trabajan como un solo organismo), de manera negativa como a una planta o positivamente como a un hongo, dado que estos no dependen de la luz solar para alimentarse y solo necesitan grandes cantidades de materia muerta.

«Pensamos que los líquenes se verían afectados de manera negativa, pero en los tres grupos que observamos, aprovecharon la oportunidad y se diversificaron rápidamente», dice Jen-Pang Huang, autor principal del estudio. Además, observaron que algunos de estos organismos crecen en estructuras sofisticadas en tres dimensiones, como hojas de plantas, y «llenaron los nichos de las plantas que se extinguieron», señala.

Los expertos analizaron las mutaciones en el ADN de tres familias de líquenes modernos, con lo que pudieron restaurar el árbol genealógico de estas especies. También estudiaron fósiles de líquenes de entre 100 y 400 millones de años de antigüedad. El análisis mostró que hace 66 millones de años, la cantidad de esporas de hongos aumentó drásticamente, dando comienzo al auge evolutivo de los líquenes.

«Algunos grupos no mostraron cambios, por lo que no sufrieron ni se beneficiaron de los cambios en el medio ambiente», asegura Thorsten Lumbsch del Museo Field de Historia Natural (Illinois, EE.UU.) y coautor de la investigación.

La respuesta de los líquenes hace millones de años podría arrojar luz sobre cómo responderán las especies a la extinción masiva que el planeta está experimentando actualmente. «Antes de perder la biodiversidad del mundo, debemos documentarla, porque no sabemos cuándo lo necesitaremos», añade Huang.

«Los líquenes son indicadores ambientales; simplemente haciendo un estudio de biodiversidad podemos inferir la calidad del aire y los niveles de contaminación», explica el científico.

Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista Scientific Reports.

 H/T – Actualidad