El millonario de incógnito era tan ahorrador que incluso se arreglaba los zapatos con cinta adhesiva en lugar de comprarse unos nuevos, finalmente donó todo ese dinero a la caridad.
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Alan Naiman, un exbanquero y trabajador social estadounidense de Seattle, Washington, era conocido por su carácter ahorrador y llevar una vida austera Sin embargo, a raíz de su muerte se ha sabido que consiguió atesorar una fortuna de 11 millones de dólares, que ha legado casi por completo a varias organizaciones de caridad infantil.
Naiman, que murió soltero y sin hijos a los 63 años, solía desempeñar hasta tres trabajos a la vez para poder cobrar tanto dinero como le fuera posible. Además, en los últimos veinte años trabajó en el Departamento de Salud y Servicio Social de Washington, donde atendía llamadas por la noche.
Llevaba una vida espartana, trabando duro y ahorrando cada centavo. Se gastaba lo mínimo en ropa gracias a los descuentos para la tercera edad, solía comprar alimentos a menor precio ofrecidos a la hora de cierre en tiendas de comida ya preparada y almorzaba con amigos en restaurantes de comida rápida. Cuando se le gastaban los zapatos, no iba a comprarse un par nuevo, sino que los reparaba con cinta adhesiva.
Su vida encomendada al ahorro, junto con ciertas inversiones y el dinero obtenido de la herencia de sus padres, le permitió acumular más de una decena de millones de dólares, que donó en su mayor parte a grupos de ayuda.
«Ni soñábamos con que podría sucedernos algo así. Desearía haberlo conocido. Me hubiera encantado que él viera a los bebés que está protegiendo», expresó Barbara Drennen, fundadora de Pediatric Interim Care Center (centro de atención provisional pediátrica) que, gracias a los 2,5 millones donados por Naiman, logró pagar la hipoteca y adquirir un nuevo vehículo para las necesidades de la organización.
H/T – Envasadoras