No es de extrañar las sorprendentes historias que salen a la luz ante los Juegos Paralímpicos-2016, unas más sorprendentes que otras, pero la de esta atleta realmente te conmoverá, pues mejor ejemplo que este no hay para describir el amor de una madre.
Es así como Mónica Santos tiene una historia digna de un Oscar a la mejor película, ya que con tan solo 18 años, la brasilera se negó a abortar, sabiendo que si no lo hacía podría vivir para siempre en una silla de ruedas, es decir, le tocó escoger entre quedarse parapléjica y su hija; cuestión que no dudó ni un instante.
Sucedió que cuando quedó embarazada le dijeron que tenía un agioma medular que le obligaba a operarse si quería seguir caminando por sí sola, pero el precio de esto era abortar por los riesgos que implicaba la intervención, pero Mónica se negó y decidió posponer su operación para después de que naciera su bebé.
Pero como adelantaron los doctores, no podía salir todo bien y Mónica se quedó parapléjica, sin embargo, con todo y esto, la atleta tuvo suerte ya que pudo haber quedado mas bien tetrapléjica (las cuatro extremidades paralizadas). Por lo que Mónica afirma que: «Dios me compensó por no haber matado la semillita que tenía en mí».
Antes de quedar en estado, Mónica practicaba algunos deportes y siguió después pero ya en la parte de los Juegos Paralímpicos, destacándose en esgrima.
Y aunque no ganó ni un solo duelo en estos Juegos Paralímpicos-2016, su primera participación a los 31 años de edad, siempre tuvo el apoyo de su hija Paola, que no paraba de besarla tras sus actuaciones. Y es que luchar en unos juegos es una gran forma de rendir tributo a su hija, igual que luchó porque naciera.
Su “semillita” ya tiene trece años y muestra orgullo por los logros de su madre.
H/T – La Tribuna