Los niveles de ozono sobre el Ártico caen en picado y el agujero estacional en la capa de este gas ha crecido más de lo normal, denunció este 6 de abril el sitio web de la Agencia Espacial Europea (ESA). A este fenómeno han contribuido unas condiciones atmosféricas inusuales, una de las cuales son unas temperaturas extremadamente bajas en la estratosfera.
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“Desde el 14 de marzo, las columnas de ozono sobre el Ártico han disminuido a lo que normalmente se consideran ‘niveles de agujeros de ozono’”, indica Diego Loyola, investigador del Centro Aeroespacial Alemán. Según sus datos, el espesor crítico de esta capa en condiciones convencionales de presión y de temperatura (1 atmósfera y 0° C, respectivamente) es de 2,2 milímetros, un valor que los índices actuales no alcanzan.
La capa de ozono es una capa natural de este gas en la estratosfera que actúa como escudo, protegiéndonos de la nociva radiación ultravioleta del Sol asociada al cáncer de piel, a las cataratas y a otros problemas medioambientales.
El agujero de ozono del que se suele hablar es el situado sobre la Antártida y que se forma cada año en el otoño.
Durante las últimas semanas, científicos del Centro Aeroespacial Alemán (DLR) han notado una caída especialmente fuerte en los niveles de ozono sobre las regiones polares septentrionales. Gracias a los datos del instrumento Tropomi del satélite Sentinel-5P de Copernicus han podido monitorizar la formación de este agujero de ozono ártico en la atmósfera.
En el pasado ya se habían llegado a detectar miniagujeros sobre el polo norte, pero el descenso en el ozono sobre el Ártico de este año es mucho mayor comparativamente hablando.
Diego Loyola, del Centro Aeroespacial Alemán, comenta: “El agujero de ozono que hemos observado sobre el Ártico este año tiene una extensión máxima de menos de un millón de kilómetros cuadrados. Es pequeño si pensamos en que el agujero de la Antártida puede alcanzar entre 20 y 25 millones de kilómetros cuadrados, con una duración normal de entre tres y cuatro meses”.
Aunque ambos polos sufren un agotamiento del ozono durante el invierno, el descenso en el Ártico tiene a ser mucho menor que el de la Antártida. El agujero de ozono se forma debido a unas temperaturas extremadamente frías (por debajo de −80 °C), luz solar, campos de viento y sustancias como los clorofluorocarbonos (CFC).
Las temperaturas del Ártico no suelen bajar tanto como las de la Antártida. No obstante, este año unos potentes vientos alrededor del polo norte atraparon aire frío en lo que se conoce como un “vórtice polar”: un ciclón de vientos estratosféricos.
A finales del invierno polar, con los primeros rayos de sol sobre el polo norte comenzó este inusual descenso del ozono y se formó el agujero. Aun así, su tamaño es pequeño en comparación con el que suele observarse en el hemisferio sur.
Como señala Diego: “Desde el 14 de marzo, las columnas de ozono sobre el Ártico se han visto reducidas a lo que se considera normalmente ‘niveles de agujero de ozono’, menos de 220 unidades Dobson. Esperamos que el agujero vuelva a cerrarse hacia mediados de abril de 2020”.
Claus Zehner, responsable de la misión Sentinel-5P de Copernicus para la ESA,añade: “Las mediciones de ozono total de Tropomi están ampliando la capacidad de Europa de monitorizar el ozono global, cosa que lleva haciendo sin descanso desde 1995. Durante este tiempo, no habíamos llegado a detectar la formación de un agujero de ozono de este tamaño sobre el Ártico”.
Los datos de la Evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono de 2018 muestran que, en parte de la estratosfera, la capa de ozono se ha ido recuperando a un ritmo de un 1-3 % por década desde 2000. A estas velocidades, el ozono del hemisferio norte y a latitudes medias podría recuperarse alrededor del año 2030; el del hemisferio sur, hacia 2050, y el de las regiones polares, hacia 2060.
El instrumento Tropomi del satélite Sentinel-5P de Copernicus mide cierto número de gases traza, incluyendo aerosoles, y las propiedades de las nubes con cobertura global y frecuencia diaria. Dada la importancia de vigilar la calidad del aire y la distribución mundial del ozono, las próximas misiones Sentinel-4 y Sentinel-5 de Copernicus monitorizarán los gases traza clave para la calidad del aire, el ozono estratosférico y los aerosoles. Como parte del programa Copernicus de la UE, las misiones ofrecerán información sobre calidad del aire, radiación solar y vigilancia del clima.
H/T – Insurgentespress