Los restos del cerebro de dinosaurio fueron hallados durante una serie de expediciones internacionales a finales de la década de 1990 y a principios del 2000 en Uzbekistán.
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Un equipo de paleontólogos de la Universidad Estatal de San Petersburgo creó el modelo 3D más detallado del cerebro y vasos sanguíneos de un Bissektipelta archibaldi, una especie de dinosaurios que vivió durante el Jurásico, hace aproximadamente 160-65 millones de años, en lo que es hoy Asia, informó la institución.
Los investigadores analizaron, usando tecnología de tomografía computarizada, tres fragmentos de cráneos fósiles, hallados durante una serie de expediciones internacionales a finales de la década de 1990 y a principios del 2000 en la Formación Bissekty en el desierto de Kyzyl Kum de Uzbekistán.
“Gracias al desarrollo de la tecnología de tomografía computarizada en los últimos 15–20 años, los paleontólogos pueden comprender cada vez mejor cómo era el cerebro de los dinosaurios”, afirmó Iván Kuzmín, autor principal del estudio, publicado en la revista Biological Communications.
Los resultados de la investigación revelaron que los anquilosáuridos tenían un buen olfato y escuchaban sonidos de baja frecuencia y, además, eran capaces de “enfriar el cerebro”. “Es posible que la sangre haya fluido en diferentes direcciones y se haya redistribuido, manteniendo una temperatura óptima del cerebro del animal”, explicó el científico y agregó, que el sistema sanguíneo de la cabeza del Bissektipelta archibaldi “resultó ser más parecido a los vasos sanguíneos de los lagartos modernos que a los de los parientes más cercanos de los dinosaurios: cocodrilos o aves”.
Sin embargo, el cerebro de ese dinosaurio era 1,5 veces más pequeño que el de los animales modernos del mismo tamaño: unos 26,5 gramos.
“Las especies modernas se caracterizan por una cierta conexión entre el peso del cuerpo y el del cerebro”, detalló Kuzmín. “Si observamos a los dinosaurios, los anquilosaurios y sus parientes cercanos, los estegosaurios, estaban prácticamente atrasados: su masa cerebral era al menos la mitad de lo que esperábamos ver”, concluyó.
Un fragmento de cráneo del Bissektipelta archibaldi.Universidad Estatal de San Petersburgo
H/T – Prensaobjetiva