Falta poco para el retiro definitivo de una de las estrellas de los Yankees de Nueva York. Con la partida de Derek Jeter se cierra uno de los capítulos más míticos de la era reciente del béisbol de Grandes Ligas que muchos, no quisieran que culminara.

A sus 40 años el campocorto de los Bombarderos del Bronx colgará los spikes para empezar a conocer cómo es la vida sin horarios, viajes, hoteles, rutinas, ni entrenamientos.

De hecho, esa es una de las cosas que motivaron a Jeter a anunciar vía Facebook el 12 de febrero pasado su retiro como jugador activo. “Quiero conocer Europa sin nieve, quiero saber qué hace la gente un fin de semana en verano”, dijo varias veces en las cientos de entrevistas que ha cedido sólo este año.

Y ¿por qué no, si ha logrado todo lo que ha deseado dentro y fuera del terreno?

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Una estrella con los pies en la tierra

Conocí en persona a Jeter en 2006, cuando entrevisté a varios Yankees sobre lo que representó ese equipo en el año 2001 tras los atentados de las Torres Gemelas el 11 de septiembre.

Esa vez entré al clubhouse del viejo Yankee Stadium y al primero que vi fue a Rubén Sierra y luego a Jorge Posada saliendo del gimnasio, al final a la izquierda estaba un tumulto de periodistas frente a un locker esperando al capitán.

Tuve que armarme de paciencia por varias razones, la cantidad de reporteros preguntando lo mismo repetidas veces y por el desconocimiento de la tolerancia de Jeter a tantas preguntas. Sin embargo, me la jugué, esperé a que todos los colegas se retiraran para acercarme a Jeter, llamarlo para hacer que se volteara extenderle la mano y contarle para qué necesitaba entrevistarlo.

Su respuesta me sorprendió y es en días recientes que entendí el por qué. “¡Seguro!”, me dijo sonriente y conversamos durante cinco minutos.

Esa vez contó cómo fue el equipo el que se encargó de intentar subir el ánimo a una ciudad golpeada por los atentados, que necesitaba de algo que les sacara una sonrisa y así lo intentaron convirtiéndose en el orgullo local y por qué no, nacional.

Jeter estaba aburrido de las mismas preguntas, quería tocar temas distintos, eso sí, todo bajo su dominio y control por lo que la entrevista fue más que cordial.

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¿De dónde salió?

El scout Dick Groch, fue quien descubrió a Jeter al parar en un campo en Mount Morris en la vía a su cita inicial en Battle Creek. Al hacerse a un lado del terreno vio la práctica de un equipo cuya camiseta era color vinotinto y al coach dando rodados al campocorto. Uno de esos batazos parecía que iba hacia el jardín izquierdo cuando de repente apareció el guante de un larguilucho campocorto que saltó en la carrera y desde el aire disparó a la inicial para sorprender a más de uno.

Esa jugada es una de las marcas de fábrica de Jeter.

En su reporte posterior, Groch colocó descripciones como: “habilidades: disparos precisos, manos suaves, buen alcance, buen corredor (4,5s), bate rápido con poder potencial. Debilidades: bateador ansioso, debe aprender a tener más paciencia, swing largo. Resumen: ´un Yankee´, posee las cinco herramientas y será un All Star”.

Esas fueron palabras suficientes para que Nueva York lo tuviera en su lista de elegibles en el draft del 92. Sin embargo, no fue la primera escogencia general (Houston tomó al antesalista Phil Nevin), mas sí la de los Yankees, quienes destacaron en el informe de Groch los adjetivos de “sobresaliente” en las categorías de “dedicación, madurez emocional y agilidad”.

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“Un Yankee”

Precisamente, esa madurez emocional y el comentario de “un Yankee” han sido pilares fundamentales de lo que ha sido la carrera de Derek Jeter tanto en ligas menores como en su reinado en el Bronx.

Jeter llegó al equipo grande en 1995 para tomar 49 turnos y dar los primeros 12 imparables de su carrera. Al año siguiente se apoderó del campocorto del equipo, convirtiéndose en merecedor del premio al Novato del Año.

Fue en 1996 cuando Joe Torre asumió las riendas del equipo y dentro de su exagerada pasividad vio como aquel muchachito hacía de las suyas en el terreno, cometiendo algunas imprudencias de vez en cuando, pero aprendiendo de ellas.

Cuenta Torre en el libro “Mis años con los Yankees”, escrito por el colega Tom Verducci, que el 12 de agosto de ese año, los Yankees estaban empatados con los Medias Blancas de Chicago en el octavo con Jeter en la intermedia, bateando Cecil Fielder y dos outs. Jeter intentó robarse la antesala pero fue puesto out siendo la carrera de irse arriba. Torre quería arrancarle la cabeza, pero Jeter muy hábilmente se sentó entre Torre y Don Zimmer sin decir nada, por lo que el mánager de los Yankees no tuvo opción de darle un golpe detrás de la cabeza y mandarlo al terreno.

Finalizado ese juego en extrainnings con victoria para los Medias Blancas, Jeter pasó por la oficina de Torre y le dijo “descanse Mr. T., mañana será el mejor juego de su carrera”. Al día siguiente Jeter pegó tres imparables, incluso el que le permitió embasarse en el inning 12 para anotar la carrera de dejar en el terreno a Chicago.

David Cone contó que en el 96, él y otros veteranos como Tim Raines y Daryl Strawberry buscaron infructuosamente por meses algo con qué molestarlo, con qué hacerle perder la compostura. “Cualquier cosa en el terreno, en el autobús, en los aviones, en los hoteles, en su guardarropa, lo que sea… nada. No hacía nada estúpido, o erróneo como hace la mayoría de los novatos para permitirte atacarlo”.

Y así ha sido su carrera. Estando en el epicentro de los grandes medios de comunicación que descuartizan al más imberbe descuido de cualquier personalidad, Jeter no ha sido titular de las crónicas amarillistas ni de las páginas de chismes de los diarios de la Gran Manzana.

Jeter no ha hecho en 20 años absolutamente nada que avergonzara al béisbol.

 

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Partidarios y detractores

Jeter tuvo, tiene y tendrá quienes lo aplaudan y quienes lo critiquen. Muchos fanáticos, compañeros de equipo y rivales en el terreno hablan maravillas de lo que ha sido su carrera y su legado.

Sin embargo los detractores tienen sus argumentos sólidos, que por supuesto, entran en debate.

Jeter tiene ocho temporadas con 200 o más imparables, ha robado 30 bases o más en cuatro de sus 20 años de carrera en las mayores. Fue electo Novato del Año, ha participado en 14 Juegos de Estrellas, promedia para .310 de por vida (hasta el cierre de esta edición), en postemporada promedia para .308 con 20 vuelacercas y 61 impulsadas, mientras que en Series Mundiales promedia para .321 con tres jonrones, nueve impulsadas y OPS de .832.

Muchos le critican que no haya ganado nunca un título de bateo, de bases robadas, o un premio al Jugados Más Valioso en una temporada, otros que no haya ganado más de 5 Guantes de Oro y que su WAR de por vida sea de 71.8, lo que lo ubica en el puesto 88 de la historia. Un colega venezolano a quien respeto y admiro lo llamó por un tiempo “Capitán Rolling”, debido a que los rodados fue su batazo más común en sus recientes temporadas.

 

Pero para el momento en que escribimos estas líneas Jeter tiene 3.461 imparables y es líder en la historia de la franquicia en hits, juegos jugados turnos al bate, dobles y bases robadas.

Eso no se hace siendo mediocre y menos aún en la era de George Steinbrenner, quien se cansó de despedir gente de la oficina y del line up.

Por lo pronto ya debe estar contratada la empresa de mudanzas para empezar a recoger sus pertenencias en el apartamento que tiene alquilado en West Village en Manhattan.

Ya a partir de este viernes la voz de Bob Sheppard no sonará más en “la casa que construyó Derek Jeter”, los aplausos, propuestas de matrimonio en pancartas dejarán de hacer presencia en referencia al mítico shortstop de los Yankees, los llamados “Bestias de los bleachers” tendrán que agregar un nombre nuevo en su line up diario. Al caer el último out, Jeter y la fanaticada no volverán a escuchar en conjunto el “New York, New York” de Frank Sinatra pues una era histórica para el béisbol de Grandes Ligas habrá llegado a su final.

¡Nos vemos en Cooperstown capitán!

 

Por: Carlos Guillén Altuve
@carlosguillen13

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Cortesía www.venezuelaaldia.com