Los cuervos superan a todas las otras aves en el tamaño cerebral, mientras que las palomas y los emus se asemejan a los dinosaurios en cuanto a su proporción corporal.
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El tamaño cerebral relativo, en proporción al cuerpo entero, puede rivalizar en algunas aves con el de los primates, mientras que otras especies aviares se detuvieron en el crecimiento de sus sesos en el mismo nivel que tenían los dinosaurios.
Para comprender esta divergencia, un grupo de biólogos de EE.UU. y otros países recurrió a toda la historia evolutiva de las aves y la extendió al pasado ‘jurásico’.
En un artículo que acaba de publicar la revista Current Biology (edición de junio del 2020), los investigadores afirman que no se podría llegar a esa comprensión «estudiando solo los taxones existentes», o sea las aves que vuelan o caminan hoy en día. «Los fósiles son cruciales», sostienen, puesto que «los dinosaurios no aviares brindan una ventana a los cambios ocurridos durante el lapso filogenético de ‘miniaturización’ que precedió a la evolución del vuelo».
En otras palabras, la ciencia considera que los ancestros de los pájaros modernos, como pueden ser considerados ciertos dinosaurios, primero se hicieron más pequeños y luego aprendieron a volar. Por su parte, las aves adquirieron tamaños cerebrales relativamente más grandes ya antes la extinción masiva de aquellos dinosaurios que no sabían volar. Y esa ventaja se debe en parte a una reducción del cuerpo, lo que fue una tendencia general de la época.
Los loros y los córvidos (cuervos y sus semejantes) tienen entre los pájaros los cerebros más grandes, aunque, según estableció el equipo, llegaron a ese punto por caminos diferentes.
A lo largo de su evolución, los primeros redujeron su tamaño corporal sin que sus sesos disminuyeran. Entre tanto, los córvidos aumentaron el tamaño de su cuerpo y su cerebro simultáneamente, pero las tasas del crecimiento cerebral superaron a las corporales.
Ambos, loros y cuervos –al igual que sus parientes–, pueden usar herramientas como el lenguaje e incluso recordar los rostros humanos, resaltan los autores del estudio en un comunicado. «Pero los cuervos están realmente fuera de serie: superaron a todas las demás aves», afirma el coautor Adam Smith, del Museo de Geología de la Universidad de Clemson (Carolina del Sur, EE.UU.).
Por tal motivo, dijo, las conclusiones del grupo indican que «llamar a alguien ‘cerebro de pájaro’ es en realidad un gran cumplido».
Así, varios grupos de aves muestran tasas superiores a la media en la evolución de sus cerebros. En cambio, los emus y las palomas tienen las mismas dimensiones cerebrales que se podría esperar proporcionalmente de un dinosaurio terópodo.
Según destaca la coautora Amy Balanoff, de la Universidad John Hopkins de Baltimore (Maryland, EE.UU.), «algunas especies, como el moa, tienen cerebros más pequeños de lo esperado». Se trata de una de las pocas especies de aves que, tras aparecer en el período Cretácico y sobrevivir al fin de los dinosaurios, resultó finalmente extinguida a manos de los aborígenes de Nueva Zelanda en la época moderna.
Aunque el cerebro de la gallina y sus semejantes silvestres también figura entre los relativamente menores, supera proporcionalmente el nivel de los dinosaurios. Búhos, palomas y flamencos tampoco han evolucionado lo bastante para tener una gran proporción de sesos con respecto al tamaño corporal.
H/T – Actualidad