Datos de la sonda Cassini permiten apreciar que el calor se distribuye a partir de las regiones polares del planeta hacia el ecuador. Lo mismo puede ser cierto para otros gigantes gaseosos.
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Científicos estiman que las temperaturas en la capa gaseosa exterior de Saturno son cientos de grados más altas de lo que se podría esperar si el calor que reciben lo obtuvieran del Sol. Nuestro astro es la principal fuente de calor de la Tierra y de los planetas menores contiguos, pero está demasiado alejado de los gigantes gaseosos como para calentarlos. Un grupo de investigadores recurrió a los datos recabados por la sonda espacial Cassini para explicar este fenómeno.
El estudio que el equipo publicó a principios de esta semana atribuye el exceso de calor de Saturno a las corrientes eléctricas generadas por la interacción entre el viento solar y las partículas cargadas locales. Este proceso se manifiesta en las auroras polares del planeta, ya bien conocidas, pero todavía faltaba un cuadro completo de cómo el calor circula en la atmósfera.
Los investigadores mapearon las temperaturas y la densidad de la atmósfera de Saturno en función de la latitud y la profundidad. A continuación vieron que la energía se deposita inicialmente en torno a los polos, pero los vientos y las ondas atmosféricas la redistribuyen hacia las regiones ecuatoriales, donde las temperaturas son dos veces más altas de lo que cabría esperar si la única fuente de calor del planeta fuera el Sol. A su vez, las «latitudes aurorales» se vuelven más frías que las previsiones de los modelos climáticos existentes.
«Los resultados son vitales para nuestra comprensión general de las atmósferas superiores planetarias y son una parte importante del legado de la Cassini», valoró el coautor del estudio Tommi Koskinen, de la Universidad de Arizona y responsable de la espectrografía ultravioleta. «Ayudan a abordar la cuestión de por qué la parte más alta de la atmósfera está tan caliente, mientras que el resto de la atmósfera, debido a la gran distancia del Sol, está fría», recoge el sitio web de la NASA.
La información imprescindible para este mapeo es el fruto de la etapa final de la misión Cassini, cuando la sonda realizó 22 órbitas alrededor de Saturno y observó y fotografió el planeta muy de cerca. La nave ya había agotado su combustible y en septiembre del 2017 fue sumergida intencionalmente en la atmósfera del planeta anillado, que la destruyó.
El conocimiento de la circulación atmosférica de calor en el segundo planeta más grande del sistema solar puede aplicarse a otros gigantes, puesto que no está del todo claro qué fuentes calientan sus atmósferas y superficies.
El estudio fue publicado en la revista Nature.
H/T – RT