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Un grupo de investigadores de instituciones científicas de Australia anunció el descubrimiento de una nueva especie de cocodrilo del periodo Cretácico conocida como ‘Confractosuchus sauroktonos’, cuyos huesos fosilizados estaban preservados dentro de una concreción de limolita blanda, comunicó el Museo Australiano de la Era de los Dinosaurios de Winton (AAOD, por sus siglas en inglés).
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En el 2010, personal y voluntarios del museo encontraron los restos, cerca de la Formación de Winton, depósito geológico de aproximadamente 95 millones de años. Este es el segundo cocodrilo ‘asesino de dinosaurios rotos’ descubierto en la zona.
El Dr. Matt White, investigador asociado del AAOD, fue el encargado de dirigir el estudio, publicado este jueves en la revista Gondwana Research. En el mismo participaron científicos de la Universidad de Nueva Inglaterra y de la Organización Australiana de Ciencia y Tecnología Nuclear.
Debido a que los pequeños huesos del cocodrilo dentro de la concreción eran demasiado frágiles para ser extraídos por métodos convencionales, se decidió utilizar técnicas de escaneo de microtomografía de rayos X de neutrones y sincrotones para identificar y estudiar el material óseo.
El Dr. White utilizó los archivos de datos escaneados para realizar una reconstrucción en 3D de los huesos del Confractosuchus sauroktonos, un proceso que llevó 10 meses de procesamiento de computadora para preparar la muestra digital.
¿Cuáles fueron los resultados?
El estudio reveló que en el interior del estómago del Confractosuchus se encontraban los restos de un dinosaurio con cadera de pájaro, conocido como ‘ornitópodo’, el cual pesaba unos 1.700 gramos, pero debido a que estaba parcialmente digerido, no se pudo saber el peso con precisión.
«Si bien el Confractosuchus no se habría especializado en comer dinosaurios, no habría pasado por alto una comida fácil, como los restos del joven ornitópodo que se encuentran en su estómago», comentó el Dr. White, añadiendo que el cocodrilo de agua medía alrededor de 2,5 metros de largo al momento de su muerte.
«Dada la falta de especímenes globales comparables, este cocodrilo prehistórico y su última comida continuarán brindando pistas sobre las relaciones y comportamientos de los animales que habitaron Australia hace millones de años», concluyó.
H/T – RT