Lo que parecía una colina de unos 25 metros perdida en el norte de Etiopía era, en realidad, una importante ciudad política y económica llamada Beta Samati
Vea también:Ciudad quemada: hallazgo arqueológico reescribe la historia de la civilización maya
El Imperio de Aksum fue una de las civilizaciones antiguas más influyentes del mundo, pero sigue siendo una de las menos conocidas. Este reino del noreste de África se expandió, entre los siglos I y VII después de Cristo, desde los montes de la actual región de Tigray hasta dominar gran parte del norte de Etiopía, ciertas regiones fronterizas de Sudán, la mayor parte de Eritrea y parte de la costa occidental de la península arábiga.
Los arqueólogos llevan años trabajando en la zona y aún siguen realizando descubrimientos de gran valor. El último no ha sido un simple objeto o una casa aislada. Lo que han encontrado ha sido toda una ciudad, llamada Beta Samati, según revela el estudio publicado en el número de diciembre de la revista Antiquity .
Beta Samati fue ocupada por primera vez por los preaksumitas alrededor del año 750 antes de Cristo. Su evolución, sin embargo, lo convirtió en un poderoso centro regional durante casi mil años, abarcando el surgimiento del Reino de Aksum y su conversión al cristianismo, antes de ser abandonada alrededor del año 650 después de Cristo.
Las excavaciones han sacado a la luz un complejo de edificios comerciales y casas particulares, además de una de las primeras basílicas Aksumitas -lugares clave del culto cristiano en la antigua Etiopía-, según revela Michael Harrower, profesor de la Universidad Johns Hopkins y autor principal del artículo.
También se han encontrado varios artefactos dentro y alrededor de este particular edificio, lo que sugiere que la basílica también pudo tener funciones administrativas o comerciales, además de religiosas. Algunos de estos objetos tienen claras influencias romanas y paganas “que ilustran la diversidad cultural de esta enigmática civilización”.
Las primeras señales de la existencia de Beta Samati (que significa “casa de audiencia” en el idioma local Tigrinya) aparecieron en 2009, tras una investigación que contó con la ayuda de personas de la región de Yeha. Según estos residentes locales, era capital estudiar la colina de Beta Samati. Lo que los investigadores descubrieron allí fue un montículo artificial de 25 metros de altura formado por escombros acumulados durante generaciones de ocupación.
Las excavaciones han confirmado que la ciudad data del período de la civilización aksumita, que gobernó región entre el 80 a. C. y el 825 d. C. y fue un punto de encuentro entre el subcontinente indio y el Imperio Romano. ”El Imperio de Aksum fue una de las civilizaciones antiguas más influyentes del mundo, pero sigue siendo una de las menos conocidas”, apunta Harrower. “Los trabajos en Beta Samati ayudan a llenar lagunas importantes en nuestra comprensión de las antiguas civilizaciones preaksumitas y aksumitas”, añade.
Hasta ahora, los arqueólogos pensaban que el área de Yeha había sido abandonada casi totalmente por las clases dominantes cuando Aksum se convirtió en la capital del nuevo Reino. Los resultados de este estudio, sin embargo, desafían esta creencia, revelando que la región de Yeha siguió siendo importante y que Beta Samati era un centro clave de comercio y comercio.
“La ciudad es un antiguo asentamiento muy densamente poblado con estructuras residenciales y religiosas”, indica la doctora Ioana A. Dumitru, también de la Universidad Johns Hopkins. “Un importante centro administrativo ubicado en la ruta comercial que conectaba la capital de Aksum con el Mar Rojo y más allá”, agrega Harrower.
Y no solo eso. A lo largo de su historia, Beta Samati capturó momentos claves de los cambios ocurridos en Etiopía en un momento en el que produjo una conversión oficial desde el politeísmo al cristianismo y, además, comenzaba a surgir el Islam en Arabia.
Los investigadores excavaron dos áreas del montículo. La primera estaba en la cima de esta colina artificial, donde encontraron un complejo de edificios de piedra rectangulares. Estos parecen haber sido utilizados tanto para actividades domésticas como comerciales, presentando evidencia de producción de vidrio y metal, así como signos de procesamiento y consumo de alimentos.
También se trabajó en la base, donde los arqueólogos encontraron los restos de una basílica que data del siglo IV d. C. Los primeros edificios de este tipo en Etiopía fueron lugares clave de culto cristiano, y el sitio en Beta Samati parece ser uno de los primeros construidos en el reino de Aksum, ya que se alzó poco después de que el rey Ezana convirtiera el imperio al cristianismo a mediados del siglo IV después de Cristo.
Por ahora aún se sabe poco de cómo se usaron las basílicas de Aksum. Curiosamente, los investigadores encontraron artefactos religiosos y seculares dentro y alrededor del edificio que van desde figurillas de animales hasta cruces, sellos y los llamados tokens, que probablemente eran utilizados en el comercio y la administración.
“Beta Samati no solo arroja luz sobre la civilización aksumita, sino que también tiene implicaciones para nuestra comprensión del cambio político y religioso entre las civilizaciones antiguas de manera más amplia”, afirma Harrower. ”Además de cambiar nuestra comprensión del Imperio de Aksum, el sitio también revela detalles importantes sobre la vida cotidiana en la antigua Etiopía “, dice Dumitru.
H/T – Lavanguardia