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Científicos de Costa Rica confirmaron el hallazgo de una nueva especie de rana en el país, luego de recibir información sobre el anfibio por parte de un trabajador turístico de la Cordillera de Talamanca (este).
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Hace cuatro años Stanley Salazar, un trabajador turístico e interesado en el tema de anfibios, informó a los científicos de la estatal Universidad de Costa Rica acerca de una rana que había observado en el bosque del cerro Plátano, en la cordillera de Talamanca, y que consideraba podía tratarse de una nueva especie.
La UCR informó este lunes que tras años de investigación, la revista Zootaxa, especializada en taxonomía y zoología, publicó el artículo en el que se anuncia el descubrimiento de la nueva especie de rana del género Diasporus.
El documento fue escrito por los investigadores de la Escuela de Biología de la UCR Erick Arias Piedra, Gerardo Chaves Cordero, José Andrés Salazar Zúñiga y Adrián García Rodríguez; y del cual el trabajador turístico Stanley Salazar figura como coautor.
La especie fue bautizada con el nombre científico Diasporus amirae, en honor a la hija de Salazar, Amira Salazar Vásquez.
Los ejemplares de la especie miden entre medio centímetro y dos centímetros, son de color café oscuro y su vientre es gris azulado. Se diferencian de otras variantes del género porque son más robustas.
En Costa Rica existen otras cinco especies de anfibios del género Diasporus. Estas ranas son conocidas popularmente como «campanita», ya que se caracterizan por su particular forma de croar, semejante al sonido de una campana, detalla la información.
El herpetólogo de la Escuela de Biología de la UCR, Gerardo Chaves, comentó que esta rana tiene un comportamiento muy diferente al de otras de su género debido a que vive en hoyos muy cerca del suelo, cuando lo más común es que las ranas Diasporus estén en la parte baja de la vegetación.
Los investigadores detallaron que el clima de la zona fue el principal obstáculo para encontrar a los anfibios, ya que en Talamanca llueve mucho durante gran parte del año.
«Cuando llueve muy fuerte, muchos animales se callan, entonces hay que esperar bastante tiempo para poderla encontrar. Puede topar uno con la mala suerte de ir por dos días, que llueva día y noche, y quedarse sin hacer nada», expresó Chaves.
Otra dificultad que se presentó en la localización de ejemplares fue que el canto de las D. amirae es distinto al de las otras ranas de su género. Este canto, en lugar de ser constante, suena una sola vez cada cinco o diez minutos.
Los especialistas lograron encontrar únicamente diez ejemplares machos, todos ellos en el cerro Plátano, y a una altura aproximada de 1000 metros sobre el nivel del mar.
H/T – Efe