Dos de los mayores depósitos de agua de la ciudad maya de Tikal, en Guatemala, estaban contaminados con sustancias tóxicas en las últimas etapas de su existencia, lo que podría haber provocado su abandono en el siglo IX, asevera un equipo de arqueólogos de EE.UU. y Guatemala.
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Las reservas del Templo y del Palacio, ubicadas en lo que otrora fue el centro de la urbe, de una población estimada de más de 70,000 personas, fueron contaminadas por mercurio, fosfato y cianobacterias que producen toxinas peligrosas. Sus concentraciones se elevaron en los periodos Clásico Tardío y Clásico Terminal (600-830 y 830-890, respectivamente), lo que coincidió con una serie de graves sequías.
“Tienen una estación seca prolongada. Durante parte del año, llueve y está húmedo. El resto del año, es realmente seco y casi no llueve. Así que tenían problemas para encontrar agua”, comenta uno de los investigadores, David Lentz, en un comunicado de la Universidad de Cincinnati (EE.UU.).
En cuanto a las fuentes de esas sustancias, concluyen que las produjeron los propios habitantes de Tikal. El mercurio, por ejemplo, era parte del cinabrio, uno de los pigmentos más utilizados por los mayas. Y en cuanto a la contaminación orgánica, se debía a la ausencia de recogida de basura.
“Los cocineros mayas aparentemente tiraban los desperdicios de comida delante de la cocina, como lo demuestra la presencia de un basurero adyacente. Durante las estaciones lluviosas, el agua habría arrastrado los efluentes de esta pila de basura directamente al depósito”, indican los científicos.
Efectos para la salud
La contaminación podría afectar seriamente la salud de los consumidores del agua, entre los que estaban varios representantes de la élite de la ciudad.
“El agua que bebían y con la que cocinaban los gobernantes de Tikal y su séquito de élite casi con certeza provenía de los embalses del Palacio y del Templo. […] Las aguas contaminadas habrían tenido un impacto negativo en la salud de la comunidad, especialmente en la élite gobernante, y podrían haber comprometido su capacidad para liderar de manera efectiva. Aunque los mecanismos fisiológicos no están claros, existe una interrelación significativa entre la exposición crónica al mercurio y los aspectos del síndrome metabólico, la obesidad en particular”, detallan los investigadores. Advierten que uno de los gobernantes de Tikal durante el periodo Clásico Terminal, conocido como ‘Sol Oscuro’, “era notablemente obeso”, una condición que podría haber derivado de ese síndrome.
Además, la proliferación de cianobacterias habría hecho que el agua de las reservas contaminadas fuera prácticamente imbebible.
“El agua debía de tener un aspecto desagradable. Debía de tener un sabor desagradable. […] Nadie habría querido beber esa agua”, indica Kenneth Tankersle, que también participó en el estudio.
“La conversión de las reservas centrales de Tikal de lugares que sostienen la vida a lugares que inducen enfermedades habría ayudado práctica y simbólicamente a provocar el abandono de esta magnífica ciudad”, concluyen los científicos.
H/T- MVocesdelperiodista