La radiación ultravioleta captada indica que los planetas más lejanos a su estrella pudieran retener agua, mientras que los interiores habrían perdido enormes cantidades de líquido.
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Hace algunos meses, los astrónomos anunciaron el hallazgo de un sistema solar con siete planetas de tamaño comparable a la Tierra, su importancia se dio en que éste se convirtió en el sistema solar con mas exoplanetas y en que, además, resultó que era posible que en al menos seis de ellos pudiera haber agua en superficie, siempre dependiendo del comportamiento de la estrella.
Cabe destacar que los siete planetas están en la órbita de una estrella enana de color asalmonado ubicada a 40 años luz de distancia y que recibe el nombre de TRAPPIST-1. La luz que llega desde allí es tenue y no contiene información muy clara como para aclarar si efectivamente hay agua líquida y si esta podría albergar vida.
No obstante, científicos del Observatorio de la Universidad de Ginebra, a través del Telescopio Espacial Hubble, han podido analizar la radiación ultravioleta procedente de la estrella enana, concluyendo que en el pasado los planetas más interiores de TRAPPIST-1 perdieron enormes cantidades de agua.
“La radiación ultravioleta es un importante factor en la evolución de la atmósfera de los planetas”, ha explicado Vincent Bourrier, primer autor del estudio. “Al igual que en nuestra atmósfera, donde la luz ultravioleta del Sol rompe las moléculas, la luz ultravioleta de las estrellas (como TRAPPIST-1) puede romper el vapor de agua de las atmósferas de los exoplanetas en moléculas de hidrógeno y oxígeno”.
Este proceso deja un rastro de hidrógeno que ha sido captado por Hubble. El hidrógeno está presente en los planetas de TRAPPIST-1 en tal cantidad que los autores sugieren que estos podrían haber perdido enormes cantidades de agua durante el curso de su historia.
La escapada del hidrógeno sucede porque la radiación de la estrella actúa como una tijera para la molécula del agua. A través de un proceso conocido como fotodisociación, la luz parte el agua en hidrógeno y oxígeno. Se trata de un fenómeno que ocurre a la vez que otros rayos más energéticos inciden contra la atmósfera y calientan las capas más altas. Curiosamente, este otro proceso abre una vía de escape para el hidrógeno y el oxígeno, que así pueden llegar al espacio.
Y es ahí donde entra el Hubble. Sus instrumentos pueden detectar la «aureola» que deja el hidrógeno al escapar de los exoplanetas, lo que puede ser una señal de que, efectivamente, dichos mundos tenían agua en la atmósfera.
De esta forma, Bourrier ha concluido que esto es cierto para el caso de los dos planetas más interiores y, por tanto, más cercanos a su estrella, TRAPPIST-1b y TRAPPIST-1c, debido a que son los que más radiación ultravioleta reciben. “Nuestros datos muestran que esta escapada de la atmósfera pudo tener un importante papel en la evolución de estos planetas”, ha resumido Julien de Wit, coautor del estudio e investigador en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Estados Unidos.
En sí, estos dos planetas interiores podrían haber perdido el equivalente a 20 veces todos los océanos de la Tierra en los últimos 8.000 millones de años.
No obstante, la historia es diferente para los exoplanetas exteriores, el «e», el «f» y el «g». Estos se encuentran en la zona habitable de TRAPPIST-1 y, por ende, podrían tener unas temperaturas adecuadas para albergar agua líquida en su superficie. Según los datos del Hubble, todo apunta a que han perdido mucha menos agua a lo largo de su historia que los exoplanetas interiores.
Asimismo, los datos indican que quizás podrían retener una cierta cantidad del preciado líquido en su superficie. Por desgracia, las medidas no permiten llegar a una conclusión sólida sobre este asunto.
“Mientras que nuestros resultados sugieren que los planetas exteriores de TRAPPIST-1 son los mejores candidatos para buscar agua con el James Webb Space Telescope (que se lanzará al espacio a finales de 2018 y que será un sucesor del telescopio Hubble), también subrayan la necesidad de hacer estudios teóricos y observaciones complementarias en todas las longitudes de onda de la luz (como el actual) para determinar la naturaleza de estos exoplanetas y sus posibles condiciones de habitabilidad”, ha concluido Vincent Bourrier.
H/T – ABC