Pese a que los científicos coinciden en que el detonante de la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno fue un meteorito, un nuevo estudio arroja luz sobre los fenómenos que propiciaron el fatal enfriamiento.
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Hace 66 millones de años, un meteorito que impactó en la Tierra pudo haber liberado billones de kilogramos de carbón fósil parcialmente quemado a la parte superior de la atmósfera. A raíz de este accidente se creó una nube de hollín que habría contribuido a establecer un escenario de oscuridad global, enfriamiento y extinción masiva responsable de la desaparición de los dinosaurios, así lo sostiene en un comunicado de la Universidad Estatal de Pensilvania.
En el registro geológico global del impacto de Chicxulub se encontraron restos de material orgánico quemado. El choque del cuerpo celeste causó daños de una magnitud incalculable, pero los científicos han debatido si el material calcinado correspondía a incendios globales que consumieron la vegetación del planeta, o si se trata de la quema de carbón de la roca sedimentaria que fue expulsado del cráter en la colisión.
El cráter de Chicxulub fue descubierto en 1978 en las aguas poco profundas de la costa del México moderno y se estima que lo originó un cuerpo de unos 10 kilómetros de diámetro.
El bólido golpeó una plataforma geológica rica en carbono, evaporizando parcialmente su material y expulsando polvo y partículas de hollín a la atmósfera. «Esto habría intensificado el enfriamiento global y la oscuridad y habría sido una de las principales causas de la extinción masiva», señaló Shelby Lyons, la líder del estudio.
Pero hasta el estudio del equipo de Lyons, publicado en la revista PNAS, poco se conocía sobre cuál de estos mecanismos —la evaporación de rocas geológicas o los incendios masivos— contribuyó más al enfriamiento.
Los autores recolectaron y analizaron rocas sedimentarias tanto del cráter de Chicxulub como de otras regiones del planeta, donde se han conservado rastros de hollín atmosférico del período del Cretácico. Los científicos buscaban constatar la presencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos, que sirven como marcadores de sustancias de origen pirogénico.
La tasa de acumulación y composición de estos hidrocarburos mostró que la mayoría de las partículas pirogénicas ingresaron a la atmósfera de manera simultánea y rápida, y su origen, aparentemente, fue el impacto mismo, que evaporó parte de la roca. «Esto indica que los incendios, aunque existieron, tuvieron un impacto menor en el clima global y la extinción», resumen los autores.
H/T – Actualidad