En la actualidad, muchos de nosotros consumimos grandes cantidades de azúcar sin darnos cuenta, ya sea porque comemos alimentos procesados, que usualmente tienen azúcares añadidas, o porque en nuestra dieta diaria incluimos más porciones de las que necesitamos de alimentos que contienen carbohidratos complejos (por ejemplo, panes, pastas, frutas o lácteos). En general pocas personas tienen consciencia de la calidad de su alimentación y, en específico, de la cantidad de azúcar que comen diariamente.
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Sin embargo, es importante saber con precisión cuánta azúcar llevamos a nuestro cuerpo, pues su consumo excesivo tiene efectos serios sobre nuestra salud. El más inmediato suele ser el aumento de peso, el cual está relacionado a su vez con el desarrollo de varias enfermedades, en sistemas distintos. La obesidad provocada por el consumo de azúcar afecta casi de inmediato al sistema cardiovascular, por ejemplo, pero también puede causar inflamación en los intestinos o, como es sabido, afectar notablemente el funcionamiento del páncreas, decisivo para la digestión y el procesamiento de grasas y proteínas. De hecho, la obesidad es causa directa del desarrollo de diabetes, una enfermedad degenerativa que, sin embargo, es perfectamente prevenible.
¿Pero por qué el consumo de azúcar es capaz de dañar incluso el cerebro? Justamente por su relación con la diabetes, pues según investigaciones hechas en años recientes (particularmente esta de la Clínica Mayo), padecer diabetes incrementa el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Cuando consumimos azúcar, la insulina, que es una hormona que libera el páncreas, es la encargada de sintetizarla y volverla digerible para nuestro cuerpo. Sin embargo, si consumimos azúcar en exceso o hay alguna falla con el páncreas, las moléculas que componen el azúcar tarda mucho más en «romperse» o, incluso, nunca se descomponen.
Por otro lado, el cerebro produce su propia ‘insulina’ para sintetizar el azúcar. Además ésta es la responsable de la regulación de la liberación de los diferentes neurotransmisores, que tienen funciones sumamente importantes relacionadas con la actividad cognitiva y motora, además de que ayudan a la producción de dopamina. Si por alguna razón estos mecanismos fallan, fallan también las funciones cerebrales. La principal perjudicada es la memoria.
En palabras más sencillas, el consumo de azúcar desencadena la liberación de opiáceos naturales y de dopamina, de manera que se reduce la disponibilidad de los receptores de dopamina. Esta reducción es un signo de sobre estimulación neuronal. Cuando el cerebro entra en ese estado, la regulación de los receptores disminuye para proteger al cerebro de los daños.
Y aunque este es, en principio, un mecanismo de protección, en el proceso se genera también una sensación de bienestar o satisfacción, pues el efecto llega al centro de recompensa del cerebro. El problema es que después se necesita mayor cantidad de azúcar para obtener el mismo nivel placer. Este es el ciclo a través del cual se desarrolla una adicción.
Por otro lado, otros estudios han observado que el consumo diario de azúcar afecta el hipocampo, el área del cerebro involucrada en los procesos de aprendizaje y de memoria.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que limitemos el consumo de azúcar al 10% del total de azúcar que se consume en promedio actualmente, lo cual equivaldría a 25 gramos diarios.
Si quieres reducir tu ingesta de azúcar puedes sustituirla por las calorías que se encuentran en verduras y grasas buenas (como el aguacate o las nueces). Esto va a hacer que tu metabolismo se acelere y obtengas tu energía de la grasa que tu cuerpo ha acumulado naturalmente.
H/T – Pijamasurf