Dos científicos calculan a qué distancia estaría ese sol compañero para que ambos atrajeran el material que rodea nuestro sistema solar.
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La abundancia de planetas enanos y otros cuerpos celestes en la nube de Oort, que rodea al Sol en un radio de 1.000 unidades astronómicas, podría indicar que donde se encuentra nuestro sistema solar hubo un sistema estelar binario.
Así, dos astrónomos de la Universidad de Harvard (Massachusetts, EE.UU.) estiman que el Sol pudo tener un astro compañero y hasta ‘gemelo’ durante los primeros momentos de su existencia hasta que se separaron o desapareció de algún modo.
Esos especialistas ofrecen esta explicación sobre la «extraña» configuración del sistema solar en un artículo que publicó The Astrophysical Journal Letters el pasado 18 de agosto y estiman que esa segunda estrella sería la pieza que faltaba en explicaciones anteriores.
Los autores ofrecen algunos cálculos: estiman que ese ‘gemelo’ desaparecido debía tener una masa casi exacta a la del Sol, estaba en su mismo cúmulo protoplanetario y les separaban 103 unidades astronómicas.
Según esta teoría, la nube de Oort exterior no sería un remanente del disco protoplanetario del Sol, sino que también estaría asociada a ese astro desaparecido.
Sistemas binarios
Amir Siraj, estudiante de posgrado en la Universidad de Harvard, considera que este modelo de «captura binaria» mejoraría nuestra comprensión de los hechos, puesto que «la mayoría de las estrellas semejantes al Sol nacen con compañeros».
Ese ‘gemelo’ habría ayudado al Sol a formar la nube de Oort porque, en general, los sistemas binarios «son mucho más eficaces» que las estrellas por sí sola a la hora de capturar objetos, destaca el profesor Abraham Loeb, coautor del estudio.
La nube de Oort también habría provocado eventos importantes en la Tierra, desde portar agua a nuestro planeta hasta incluso causar la extinción de los dinosaurios.
Planeta Nueve
Esta hipótesis también predice la existencia de «más objetos con una orientación orbital similar al potencial Planeta Nueve», aunque orbitan tan lejos del Sol que su observación directa todavía resulta un desafío.
Por este motivo, los astrónomos esperan que la inauguración del Observatorio Vera C. Rubin (Coquimbo, Chile) a principios de 2021 confirme o descarte su existencia de manera definitiva y ofrezca pistas sobre sus orígenes.
H/T – Actualidad