El Imperio de Aksum fue de los «más poderosos» del mundo antiguo, era socio comercial de Roma y dominó el este de África y parte de la península arábiga.
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Un equipo internacional de arqueólogos ha descubierto en el norte de Etiopía los restos de una basílica que data del siglo IV, en cuyo interior han aparecido primitivos objetos cristianos y posiblemente paganos, según lo refleja un estudio publicado esta semana en la revista Antiquity.
La iglesia fue descubierta en el marco de las excavaciones de una antigua ciudad conocida como Beta Samati, que formó parte del Imperio de Aksum, que dominó el este de África y parte de la península arábiga desde aproximadamente el año 80 antes de Cristo hasta el 825 d.C.
Aksum fue una potencia regional y un socio comercial del Imperio romano gracias a su cercanía al mar Rojo, en la antigua ruta comercial a la India. «La gente tiene mucha información del antiguo Egipto, la antigua Grecia y Roma, pero lo que no saben es que la civilización aksumita fue de las más poderosas del mundo antiguo y una de las primeras» civilizaciones, explicó Michael Harrower, de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) y autor principal del estudio.
En Beta Samanti, además de los restos de la iglesia, se han encontrado las bases de muchas más edificaciones. En el Imperio romano, las basílicas se utilizaron originalmente para la administración pública, como tribunales y, más tarde, como lugares de culto cristiano. Aksum practicaba en sus orígenes una religión politeísta, pero durante el siglo IV sus gobernantes lo convirtieron al cristianismo.
Además, dentro del área de construcción de la basílica se encontraron diversos objetos arqueológicos, como piezas religiosas cristianas, monedas de bronce, figurillas de arcilla y ánforas de cerámica que se utilizaban para almacenar vino o aceite de oliva. En el lugar también se hallaron figuras de cerámica con cabezas de toros, lo que podría evidenciar una influencia pagana persistente, aclaró Harrower.
Una de las piezas más valiosas encontradas en Beta Samati es un anillo de cobre cubierto con hoja de oro y adornado con una piedra roja llamada cornalina, en la que se grabó la imagen de la cabeza de un toro. «Se parece mucho a un anillo romano, excepto por el estilo de la insignia de toro», comenta el autor principal del estudio, que sugiere que los gobernantes de Aksum habrían llevado a ese reino a artesanos de Roma para que instruyeran a adaptar los diseños romanos a la cultura local.
Por otro lado, la datación por radiocarbono reveló que Beta Samati estuvo habitada desde alrededor del año 750 a.C. hasta, aproximadamente, el 650 d.C., cuando el Imperio de Aksum comenzó un misterioso declive. Esto significa que Beta Samati existió durante los tiempos paganos, a través de la era cristiana y hasta el comienzo de los reinos islámicos cercanos, explica Harrower.
H/T – Actualidad