La Navidad es un tiempo maravilloso en el que se respira generosidad, humildad, gratitud, solidaridad, reconciliación, paz, amor… donde el nacimiento del Niño Jesús es motivo de festividad, y su enseñanza cobra vida en la humanidad.
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Durante esta época estamos llamados a vivir los valores que sobresalen en la tradición navideña.
«La Navidad es un momento propicio para trabajar desde la escuela y la casa los valores. Para la época se debe propiciar y practicar el amor a la familia, al prójimo, el respeto, la solidaridad, la unión. En la medida que los padres propicien en sus niños estos valores tendremos adultos que los practiquen con el ejemplo y así navidades donde la prioridad sea la familia», precisó la psicopedagoga Nellytza Rondón.
Entre los más importantes se encuentran:
Generosidad
Es el acto de entrega hacia los demás, es donarse cada quien en su máxima expresión de forma desinteresada y amorosa, recibiendo a cambio, la satisfacción que solo la generosidad puede proporcionar.
En Navidad hay varios personajes que se destacan por su espíritu generoso, entre ellos, los Reyes Magos y San Nicolás. En cuanto a los primeros, no solo fueron desprendidos al brindarle al Niño sus mejores ofrendas –incienso, mirra y oro-, sino también por el esfuerzo y el tiempo dedicado para poder llegar al humilde establo de Belén. Estos tres hombres dejaron su hogar para recorrer tierras lejanas, se enfrentaron a las dificultades propias de una travesía inexplorada, y todo su sacrificio tenía un solo propósito: adorar al Niño Jesús.
De la misma manera, la vida de San Nicolás es un testimonio vivo y real de la virtud de la generosidad. San Nicolás desde pequeño se caracterizó por compartir sus pertenencias, solía expresar ante sus padres: “sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto”.
Humildad
El contexto donde se originó el nacimiento del Niño Jesús, es la principal representación de humildad. Jesús se hizo hombre en un establo, un lugar sencillo que contaba con lo necesario donde el calor de algunos animales y varios pastores, eran la única compañía de Jesús, José y María. Era una fiesta espléndida, alegre, pero austera; Dios no necesitó comodidades ni lujos para entregarse al mundo. La celebración por su nacimiento era gigantesca en amor y sencilla en lo terreno.
Gratitud
Pensar en gratitud, es pensar en la Virgen María. Ella obedeció al Señor, se dispuso ante Él con profundo recogimiento y divina ternura, para llevar en su vientre a Jesús. Asimismo, agradeció haber sido la elegida para tan alto beneficio y lo asumió con las grandes virtudes que la identifican.
Debido a que en Navidad se acostumbra regalar, también es necesario agradecer. Por eso, se convierte en una buena ocasión para valorar los obsequios que recibimos, tanto de otras personas, como del Padre.
Es bueno que conozcamos otras realidades, tal vez impactantes, pero que les servirán para estimular la virtud de la gracia; una buena actividad, es compartir con niños de escasos recursos económicos.
Solidaridad
Solidarios como fueron los pastores, los Reyes Magos, quienes dejaron sus quehaceres para custodiar al Niño Jesús, José y María en la humilde morada.
La Navidad es sinónimo de solidaridad, de cooperación, de servicio, de sensibilidad ante las necesidades del otro. Ser solidarios con la familia, con quien nos sirve en la tienda, con el compañero de trabajo, con el anciano que cruza la calle… Durante estas fechas brotan por todos lados las oportunidades para ser solidarios, y aunque están allí durante todo el año, el espíritu navideño hace que los buenos sentimientos afloren y se actúe en consecuencia.
Paz y Reconciliación
Navidad, es la fiesta dedicada al perdón generoso y comprensivo que aprendemos de un Dios compasivo.
En Navidad no hay lugar para el rencor. Es el momento propicio para retractarse por una ofensa, para acercarse a quien se ha agredido, también para perdonar y olvidar a quien nos ofendió, para sorprender con un gesto cariñoso, para repartir nuestro amor a todos aquellos que nos rodean.
Del perdón nace la paz, mensaje que anunciaron los ángeles en Belén. La paz es el estado pleno que se vive cuando hay perdón, donación, gratitud y cooperación; es el producto que surge del conjunto de valores.
Amor y Esperanza
El nacimiento del Niño Jesús es la representación majestuosa del amor. Amor simbolizado en José y María, en su pleno abandono para recibir a Jesús en cuerpo y alma. Por ello decimos que la Sagrada Familia es el emblema del amor y de ahí que la Navidad sea la celebración familiar más estupenda del año, puesto que el Niño Dios nace en cada núcleo familiar, como símbolo de esperanza y fortaleza.
La Navidad es la ocasión para que aquellas familias que están débiles, se fortalezcan; las que estás apartadas, se unan de nuevo; para las que están heridas, se sanen…
En esta Navidad, hagámonos conscientes de cada valor que el Niño Jesús trae al mundo y también llevemos dicha conciencia a la acción.
H/T – Panorama