Si no eres padre, y si lo eres aún más estás convencido de que los niños son incansables y seguramente te has preguntado, infinitamente, por qué, sin obtener alguna respuesta, pero ya un estudio ha revelado la razón de esto.
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Muchos padres se quejan de que sus hijos son incansables. Ahora un estudio publicado en Frontiers in Physiology asegura que los niños tienen una capacidad de recuperación muscular comparable a la de los atletas. Los músculos infantiles tienen gran resistencia a la fatiga y se recuperan del ejercicio de alta intensidad más rápidamente que los atletas adultos.
El estudio compara la producción de energía y la recuperación muscular tras el ejercicio en grupos de niños y sus mayores, tuviesen o no rutinas deportivas.
Según los investigadores, esto servirá para desarrollar el potencial atlético de los más pequeños y conocer los cambios que sufre nuestro cuerpo a lo largo de la vida. También podría ayudar a saber cómo influye la actividad física en el riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes.
Los niños se pueden cansar antes que los adultos en muchas actividades físicas puesto a que tienen una capacidad cardiovascular limitada, movimientos menos eficientes y necesitan dar más pasos para recorrer una misma distancia.
Pero el estudio muestra que los niños han superado algunas de estas limitaciones gracias al desarrollo de músculos resistentes a la fatiga y la capacidad de recuperarse rápidamente del ejercicio de alta intensidad.
Según investigaciones anteriores, los niños tardaban más en agotarse que los adultos sedentarios al practicar actividades físicas. Esta vez, los autores sugieren que su energía se puede comparar incluso con la de los atletas, aunque hasta ahora no existía evidencia de ello.
A pesar de que el estudio no ha contado con participación femenina, los autores creen que los resultados con niñas y mujeres serían similares.
“Hemos descubierto que los niños usan más su metabolismo aeróbico y se cansan menos al hacer ejercicios de alta intensidad”, explica Sébastien Ratel, profesor de Fisiología del Ejercicio en la Universidad de Clermont Auvergne (Francia).
“Esto podría explicar por qué los niños pueden jugar sin parar cuando hace rato que los adultos ya estamos rendidos”, añade el experto.
H/T – Cuatro