El duque de Cambridge, William, no es el único de la familia real británica sin usar su anillo de matrimonio.
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En las familiares fotografías del clan Cambridge distribuidas este domingo por el palacio de Kensington había una nota disonante: la ausencia de su anillo de bodas en el dedo anular del príncipe Guillermo.
Podría pensarse que el duque de Cambridge se lo quitó para ayudar a su mujer a plantar alguna de las flores del jardín con el que ha participado en el Chelsea Flower Show, o, los peor pensados, que olvidó ponérselo para fingir que los rumores de su affaire con una de las amigas de Kate Middleton no han hecho mella en su matrimonio. Sin embargo, y por contradictorio que pueda parecer, lo cierto es que el futuro Príncipe de Gales lleva tantos años sin ponerse su anillo de bodas como los lleva sin estar soltero.
El príncipe Guillermo decidió quitárselo después de casarse con Kate en 2011. Para evitar habladurías, el palacio de Kensington llegó al punto de emitir un comunicado explicando que tal decisión por parte del recién casado se había hecho con el consentimiento de su esposa. El príncipe, sencillamente, no quería llevar ni esa ni ninguna joya. “No es un hombre de joyas. Jamás ha llevado una. Ha decidido que tampoco quiere llevar una ahora. Es únicamente una cuestión de preferencia personal”, se adelantó Kensington a los tabloides.
La duquesa de Cambridge, por el contrario, sí luce el anillo que, como manda la tradición en la familia real británica, fue forjado con oro de las minas galesas de Clogau St David, en Bontddu, las mismas de las que se extrajo el oro para confeccionar los anillos de Meghan Markle y el príncipe Harry, quien por cierto sí lo lleva puesto. También el príncipe Carlos, aunque con un toque de originalidad: en lugar de lucirlo en el dedo anular, lo lleva en el meñique.
Hay que decir, de todos modos, que el duque de Cambridge no es el único de su familia que ha decidido no ponerse su anillo de bodas. Su abuelo, el duque de Edimburgo, tampoco lo lleva nunca. El príncipe Andrés de York tampoco se lo ponía durante su matrimonio con Sarah Ferguson, un ejemplo que siguió el año pasado el marido de su hija, Jack Brooksbank. Al fin y al cabo, no hay nadie cuyo estado civil sea tan público y notorio como el de los ‘royals’.
H/T – Revistavanityfair