Una modelo decidió hablar y narrar lo que vivió al lado de un capo, uno de los más grandes de la mafia de Colombia.
Se llama Yovanna Guzmán, tiene 33 años, es modelo colombiana y autora del libro “La reina y el narco”, y cuenta su historia al lado del narcotraficante Wilber Alirio Varela, alías “jabón”, quien fue asesinado en Caracas en 2008 y representado ficticiamente en la serie “El cartel de los Sapos”, como el “cabo”.
El “jabón” empezó siendo sargento de la Policía en su país natal, luego se inmiscuyó en el robo de coche y más tarde trabajaría como sicario para los Henao, jefes del Cartel del Norte del Valle, formado en 1993, donde se convirtió en jefe máximo, razón por la que Estados Unidos ofrecería cinco millones de dólares por su cabeza.
Mientras tanto, Yovanna se convirtió en su amante, quien recuerda los lujos, caprichos, encierro, drogas y la ocasión en la que le dispararon en las piernas durante un atentado, incluso, la muerte de su ex novio.
Y entonces, cuando se le pregunta sobre los motivos que la llevaron a tomar la decisión de contar su historia, responde que: «Por quitarme el estigma de encima, quiero que mi hijo entienda y le quede la verdad. Quiero que las niñas que vienen atrás se den cuenta que no es tan fácil, la vida no la resuelve el encontrarse con un hombre que tiene mucho dinero, el dinero esclaviza».
De esta forma, Yovanna respondió así en una entrevista realizada por ABC:
¿A qué se debe la atracción entre el mundo de los narcos y el de las modelos, reinas de belleza y mujeres guapas y sobresalientes?
«Una niña que nace con ese sueño, de ser lindas y reinas, y quiere ir a un reinado, pues entra con influencias. Y aquí entra quien tiene dinero. ¿Y quién da el dinero? Pues los capos. A los narcos les encanta tener un trofeo que es la reina, la dura, la presentadora más famosa, la mejor actriz. Se sienten más poderosos cuando compran a la más deseada».
¿Cómo terminó con los narcos?
«A mí Varela me conoció trabajando, como una luchadora, a los 20 años, eso fue lo que le gustó. Yo no fui la prepago de Varela, ni él me pagó por mis servicios de cama. Luego me localizó porque no se había olvidado de mi. Él llegó en un momento de soledad, él me llenó de afecto, Varela me hizo sentir que yo valía. Yo me sentía el patito feo, a pesar de haber sido reina y con él fui creciendo como mujer. Primero me hizo ver el cielo y luego el infierno».
Pero ahora cuestiona los excesos…
«En esa época [1999] Colombia estaba llena de guerrilla y secuestraban por todo. Él andaba con escoltas porque decía que era ganadero. Y los ganaderos tienen plata. No le vi problema a que me diera cosas».
¿Hay algún exceso que no haya podido olvidar?
«Me mandó una gargantilla llena de diamantes muy fea, llena de piedras. La cambié por un Cristo chiquitico».
Aparte de los reinados, ¿cómo funciona ese encuentro?
Muchas niñas se venden; en las peluquerías, en las casas de los diseñadores, tienen libros de las niñas que se fotografían y se ofrecen. El hombre llega, las mira, la contacta, paga lo que haya que pagar y ya.
¿Cómo se dio cuenta de que era narco?
Por la televisión, un día apareció el afiche de los narcos más buscados. Varela vivió en Caracas escondido.
¿Cómo es la clandestinidad con un mafioso?
«Él me decía «hoy nos vamos a ver». Llegaban a recogerme y cuando preguntaba «¿para donde voy?», me respondían «no pregunte que entre menos sepa más vive»».
¿Y la dejaban entrar sin problema en Caracas?
«Él acá se movía con inmunidad diplomática, como me decía. Allá también. No me sellaban el pasaporte, me daban visa por un año, yo me sentía la primera dama de Venezuela. Nunca me pidieron nada ni aquí ni allá.
¿Cómo es su vida hoy?
«Me acuesto con el corazón herido, esto nunca se borrará. Soy relacionista pública, vendo arte, quiero estudiar».
¿Y su hijo qué piensa de esto?
«Esto es una labor social, quiero dejar el pasado en este libro. Al principio se opuso a que lo escribiera pero él ya está feliz, es un niño maduro que entiende muy bien las cosas».
Usted admira a su madre. ¿Qué dice ella de la vida de su hija?
«Mi mamá, pobrecita, no se merece tanto dolor. Ella es profesora y no me educó para que fuera la novia de un narco. Me faltó inteligencia como la que mi mamá ha tenido. Si uno escuchara a los padres se evitaría mucho sufrimiento» finalizó.
H/T – enpareja