Hay historias de supervivencia que son verdaderamente increíbles y la de este náufrago es una de ellas. este hombre estuvo más de 400 días sin comida ni agua y aún así está vivo para contarlo.
Su nombre es José Salvador Alvarenga y había sido pescador durante 15 años. El salvadoreño asegura que en los 438 días que permaneció a la deriva en su barca no perdió la fe a pesar de que hubo alguna ocasión en la que pensó en el suicidio.
«Tienes que trabajar en vivir, trabajar por tu vida», afirmó Alvarenga en una entrevista con Efe en Madrid.
El hombre se encuentra promocionando ‘Salvador’, el libro que el periodista norteamericano Jonathan Franklin ha escrito sobre la odisea vivida por el salvadoreño.
El 17 de noviembre de 2012, Alvarenga y su compañero Ezequiel Córdoba salieron de la costa de Chiapas (México) para ir a pescar en su pequeña embarcación pero un temporal hizo que no pudieran regresar.
Tras catorce meses a la deriva, Salvador llegó a la playa del atolón Ebon en las islas Marshall, en el Pacífico Sur, a 7.000 millas de donde había en su viaje inicial.
Admite que sobrevivió a base de pescado crudo, tortugas, pequeños pájaros, agua de lluvia y su propia orina. Su compañero Ezequiel había fallecido meses antes de que él volviera a pisar tierra firme.
‘Salvador’ relata las vivencias en el mar de este náufrago, al que Franklin entrevistó durante un año. El periodista reconoce en el libro que sus dudas iniciales sobre la veracidad de la historia se diluyeron al indagar sobre los hechos y hablar con testigos, amigos y compañeros del náufrago salvadoreño.
«Si yo pude conseguirlo, también tú puedes. Si una persona con depresión evita el suicidio gracias a leer esto, el libro ya habrá sido un éxito», asegura Salvador, que con su historia busca inspirar a personas a salir de un mal momento en sus vidas.
Alvarenga está convencido de que si no hubiera sido pescador habría muerto y que sobrevivió gracias a lo aprendido durante 15 años en el mar.
Irónicamente, la basura que hay en el océano fue una aliada para el náufrago que llegó a reunir más de 70 botellas de plástico que usaba para almacenar agua de lluvia, junto a un barril flotante que chocó contra su barca y con el que fabricó un cubo.
También utilizó una pieza de espuma de poliestireno del tamaño de un colchón individual para que su pequeña embarcación fuera más visible desde el aire.
H/T – ABC