Seguramente después de ver estas fotos vas a pensar y sin dudarlo un poquito tan siquiera que se trata de una espectacular isla, pero la realidad es que es una prisión y se llama Prision Bastoy.
Imagínate una isla exuberante salpicada de vivos colores, cultivos y viviendas al lado del mar recién pintadas; caballos tirando de carros con madera recién cortada, para las chimeneas en el frío invierno; destellos de paneles solares repartidos por la isla y pescadores probando suerte en la costa; un pacífico lugar donde cada miembro contribuye en su progreso y totalmente autosostenible… ¿Ya?, ¿Me crees si te digo ahora que se trata de una cárcel?
Ubicada a unos 75 km al sur de Oslo, en Noruega, se encuentra esta isla que alberga a unos 115 delincuentes, incluidos algunos de los más peligrosos del país, condenados por delitos como asesinatos, violación y tráfico de drogas.
Pero, cumplir una condena en este lugar es casi como estar de vacaciones; no existe alambradas o vallas electrificadas alrededor de la isla que impidan una fuga, tampoco hay torres de vigilancia, policía armada ni perros patrullando.
Los presos viven en bungalows, cuidan animales de granja, cultivan las huertas y cortan leña, mientras que en su tiempo libre pueden tomar el sol en la playa, pescar, montar a caballo, relajarse en un sauna, practicar natación, ciclismo o jugar al tenis.
Se trata de la Prisión Bastoy y es la primera cárcel ecológica y humana del mundo, por lo que los dirigentes de Bastoy trabajan para incorporar un enfoque socio-ecológico y humano a todas las facetas de la vida en la isla, siendo una de las prisiones más baratas que se ejecutan en la nación, pues con la granja se suministran casi el 100% de los alimentos.
Para otras cosas existe un supermercado en la isla, donde los presos pueden ir a comprar con 10 euros diarios que les pagan por sus labores, ya que el objetivo principal de esta prisión es ayudar a que los prisioneros se reinserten en la sociedad.
Además, tienen acceso sin restricciones a internet y a la comunicación con familiares y amigos, también visitas, incluso, para relaciones conyugales.
Aunque muchas personas consideran que es demasiado para unos presos, parece que la estrategia de Bastoy funciona, pues sólo el 16% de los que salen reinciden, mientras que en el resto de las cárceles lo hace entre un 20 y 70%.
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