Durante muchas décadas, los paleoantropólogos han sostenido un intenso debate que ha tenido por objeto el origen de los humanos modernos, donde algunos expertos sostienen que nuestra especie evolucionó en distintos lugares del planeta; otros, que este proceso tuvo lugar en África, desde donde nuestros ancestros se diseminarían por todo el mundo.
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Hoy en día, la mayoría favorece esta última hipótesis. Sin embargo, aún no está claro cómo tuvo lugar este fenómeno, si se dieron una o varias migraciones o hasta qué punto se mezclaron los primeros Homo sapiens con otras poblaciones de homininos.
Ahora, un equipo de investigadores del Departamento de Antropología de la Universidad de Hawái, en Manoa, y del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Jena (Alemania), ha presentado un exhaustivo estudio que arroja algo de luz sobre este asunto.
Estos científicos señalan que es necesario volver a evaluar lo que creemos saber sobre estos desplazamientos. Por ejemplo, en numerosos manuales y libros de texto se recoge que los primeros humanos modernos abandonaron África en una única oleada migratoria, hace unos 60.000 años. Pero, en su opinión, los avances en distintos campos permiten afirmar que el escenario real es mucho más complejo. “En realidad, cada vez son más las pruebas que sugieren que no hubo uno, sino varios de estos episodios, al menos desde hace 120.000 años, y que estos Homo sapiens se cruzaron con otros homininos, como los neandertales y los denisovanos, en distintas zonas”, señala el profesor de Antropología Christopher J. Bae, de la citada institución estadounidense, uno de los coautores de este trabajo.
Bae y sus colaboradores llaman la atención sobre las interacciones de estos grupos en Asia, donde se han encontrado en la última década numerosos restos, sobre todo en yacimientos chinos, que tienen entre 120.000 y 70.000 años de antigüedad.
Otros recientes hallazgos han permitido determinar que nuestros antepasados alcanzaron el sudeste asiático y Australia hace más de 60.000 años. Según indican, en conjunto podría afirmarse que los humanos comenzaron a abandonar África hace 120 milenios; a las primeras migraciones, de menor importancia, les sucedió otra, mucho más relevante, que tuvo lugar hace 60.000 años. “Esos primeros desplazamientos fueron protagonizados por pequeños grupos que han dejado una leve impronta genética en las modernas poblaciones humanas. No todas llegaron a un callejón sin salida desde un punto de vista evolutivo”, explica Michael Petraglia, que también firma esta revisión, del Instituto Max Planck.
Estos investigadores también advierten que el análisis de ADN antiguo que ha podido recuperarse muestra que los primeros humanos modernos se entremezclaron con los otros homininos con los que entraron en contacto, como los mencionados neandertales y denisovanos y al menos con otra especie humana aún sin identificar. Todos estos grupos parecen haber coexistido en Asia y haber desarrollado cierto grado de interacción, lo que puede rastrearse en nuestro genoma. Así, en 2010 un estudio ya reveló que los humanos no africanos comparten entre el 1 y el 4% de los genes con los neandertales; algo parecido ocurre con los melanesios, en los que el 5% de los mismos es coincidente con los de los denisovanos.
Por último, el estudio llama la atención sobre lo que podría denominarse la dispersión cultural que acompañó a estos movimientos de población y que, como ellos, resulta mucho más compleja de lo que se ha venido creyendo hasta ahora. Los autores señalan que no consistió en una simple implantación de los modelos que llevaron consigo los primeros Homo sapiens, sino que en ella influyeron desde los contactos con las poblaciones indígenas hasta todo tipo de incidencias ecológicas.
H/T – Muy Interesante