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Los seres humanos han destruido o al menos degradado gravemente unos dos tercios de las selvas tropicales del mundo, de acuerdo con el estudio ‘State of the tropical rainforest’ (‘Estado de la selva tropical’, en español), elaborado por la ONG Rainforest Foundation Norway (RFN). 

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A lo largo de sus 38 páginas, el documento ofrece un estudio exhaustivo de los diferentes factores que contribuyen al creciente ritmo de deforestación global y a la manera en que esta se ha producido a lo largo del tiempo, hasta alcanzar la preocupante situación actual, en la que la disminución de terrenos selváticos supone la pérdida de una importante defensa natural del planeta frente al cambio climático. 

Esta circunstancia fue definida por el investigador Anders Krogh, máximo responsable de este informe, como «un ciclo aterrador», en declaraciones recogidas por Reuters. 

Para dar una idea de la magnitud de esta destrucción y de su frenético avance, Krogh destacó que el conjunto de las superficies selváticas degradadas solo entre 2002 y 2019 es mayor que la extensión de Francia. 

La explotación agrícola de grandes extensiones de la Amazonía brasileña, que ha incluido la quema de parcelas por parte de agricultores y especuladores para impulsar negocios ganaderos o cultivos rentables como la soja, es uno de los principales factores de la deforestación en esa región del planeta. 

Además, la gestión política del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que desde su llegada al poder en 2019 ha debilitado la vigilancia medioambiental en la zona, ha contribuido a empeorar la situación. 

Actualmente Brasil acumula el 40 % de la deforestación de selva tropical que ocurre en el mundo, y convierte a América Latina en el principal foco de esta crisis ecológica. 

Acción política insuficiente 

«Uno de los principales problemas que enfrentan estos ecosistemas es que no pertenecen a un solo país», explica el profesor de Educación Ambiental de la Universidad de La Sabana (Colombia), Jefferson Galeano Martínez. «Por ejemplo, la Amazonía brasileña tiene influencia sobre 9 países», señala. 

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En su opinión, «el principal reto es llegar a acuerdos entre los países que están involucrados en la conservación de estos ecosistemas», que se traduzcan «en una intención común» orientada hacia la protección de los biomas selváticos. 

Galeano Martínez admite que, hasta ahora, en la política internacional de América Latina no ha habido acuerdos suficientemente eficaces para producir «un cambio en las dinámicas» que actualmente están perjudicando el medio ambiente de la región. 

El reporte de la RFN indica, no obstante, que tanto en el Amazonas como en las áreas en vecinas del Orinoco y de la selva andina se concentra el 73,5 % de los bosques tropicales que siguen aún intactos en el mundo, lo que constituye el último y más fiable reducto de esperanza contra el avance de la deforestación. 


 
H/T – RT